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martes, 24 de mayo de 2022

DECLARACION DEL CODEHS 23 de mayo 2022

El CODEHS, como organización ciudadana consagrada a ejercer verdaderamente una acción de promoción y defensa de los derechos humanos, denuncia y repudia la actitud del Instituto Nacional de Derechos Humanos INDH, organismo de orden público, y dependiente del aparato burocrático del Estado, al no hacerse parte de las querellas que la ciudadanía ha interpuesto contra José Piñera, sus altos funcionarios y ante fuerzas armadas y de orden, especialmente Carabineros de Chile, por crímenes de lesa humanidad.






Asimismo denunciamos la cómplice negligencia del Estado chileno al no hacerse parte de las querellas iniciadas ante los crímenes cometidos por bandas terroristas de ultraderecha, amparadas por Carabineros, lo que incluye el reciente asesinato de la periodista Francisca Sandoval Astudillo a manos de sicarios. Este hecho es sólo una muestra del dominio que están ejerciendo las organizaciones de narcotráfico, protegidas por las propias instituciones de orden público.

Expresamos que la actitud tomada por el INDH, constituye una aberración, ya que al no tomar posición ante las violaciones a los Derechos Humanos cometidas por los organismos estatales y las autoridades a cargo de éstas, se ha vuelto cómplice de estos crímenes.

Consideramos también que dado que los Estados son los principales sujetos gestores y promotores de violaciones a los Derechos Humanos (concepto establecido por la doctrina jurídica tradicional), ese mismo Estado violador no puede implementar un organismo que desde su origen no cumplirá y no cumple el papel de ser el promotor de los Derechos Humanos en este país.

Exigimos la disolución del INDH, por no haber mostrado competencia para ejecutar su labor. En lo inmediato, exigimos que se solicite formalmente la renuncia del señor Sergio Micco y otros ejecutivos, a sus cargos.

En el intertanto que esta disolución se ejecuta, denunciaremos ante la Contraloría General de la República la negligencia de los funcionarios a cargo del INDH, al no cumplir las obligaciones establecidas en su mandato.

El CODEHS adhiere y apoya la convocatoria a una gran protesta general el miércoles 1º de junio, contra la política económica del gobierno, que ha favorecido a la clase patronal, contra la represión y la impunidad de los crímenes de lesa humanidad. Decimos no a las alzas y a la represión contra las y los luchadores sociales.



#CODEHS

#PROTESTA_1_DE_JUNIO

#NO_A_LAS_ALZAS

#NO_+_REPRESION

#LIBERTAD_AHORA


ENLACES RELACIONADOS:


https://www.elciudadano.com/chile/tras-negativa-a-querellarse-por-delitos-de-lesa-humanidad-durante-el-estallido-plantean-que-chile-necesita-nuevo-indh-con-un-director-que-en-realidad-enfrente-los-derechos-humanos/05/19/


https://www.codepu.cl/ante-decision-del-consejo-del-indh-codepu-declara/


Dirección del Trabajo retoma línea de no reconocer acuerdos entre empresas y negociadores no sindicalizados - Cooperativa.cl https://m.cooperativa.cl/noticias/pais/trabajo/negociaciones-colectivas/direccion-del-trabajo-retoma-linea-de-no-reconocer-acuerdos-entre/2022-05-20/220927.html


https://m.cooperativa.cl/noticias/pais/trabajo/negociaciones-colectivas/direccion-del-trabajo-retoma-linea-de-no-reconocer-acuerdos-entre/2022-05-20/220927.html


https://twitter.com/El_Ciudadano/status/1527383103441735680?t=a_uouy_qlw2cYXiUjem0iA&s=08




domingo, 31 de mayo de 2020

HAMBRE: más que una palabra, una triste realidad

HAMBRE
MANUEL ACUÑA ASENJO
 ‘Hambre’ es el título de una novela escrita por Knut Hamsun, autor escandinavo de principios del siglo XX, en donde se relatan las penurias de la población de esa ciudad llamada Cristiania a fines del siglo 19. Pero ‘hambre’ es, también, sinónimo de pobreza, de abandono, de sacrificio, de muerte. Un recuerdo del paso de la humanidad por el más abyecto estado animal. El mismo que Hobbes, en cierta oportunidad, describiera como el período en que ‘el hombre, es un lobo para el hombre’. Condenar a un pueblo al hambre, que representa el más extremo grado de miseria, sólo podemos considerarlo como algo propio de la mente más afiebrada que pueda existir. Hambre, palabra que horrorizaba —me lo confesó una vez— a mi buen amigo poeta, actor, escritor, Carlos Alberto Muñoz, allá, en su exilio, en Estocolmo.  Por eso, ver esa palabra espantosa, escrita de abajo hacia arriba, en uno de los costados del edificio de la empresa Telefónica de Chile, me hizo cavilar acerca del hambre que existe en Chile, hambre a la que se ha referido en estos días, incluso, el propio alcalde de Santiago, Felipe Alessandri.

Porque hay hambre en este país. Hambre abierta, en descubierto, hambre que se ha hecho pública, que se arrastra por las calles y manifiesta en los pobres que hurgan al interior de los contenedores buscando bolsas de basura para ver si en ellas hay algo que puedan aprovechar. Es el hambre que existía ya, desde antes del estallido social de 18 de octubre de 2019 y de la pandemia, invisible, en el Paseo Ahumada (y otros lugares del Gran Santiago), cuando los restaurantes y fuentes de soda, antes del  cierre, botaban las sobras en los contenedores municipales para que una turba de pobres hambrientos se abalanzara, noche a noche, en busca de alimentos. Es el hambre que revienta hoy, a gritos, en la comuna de El Bosque y en otros barrios de la capital. El hambre que existía en tiempo de Pinochet.


Pero eso no es lo único. Hay un hambre oculta, un hambre que se vive en silencio, el hambre del trabajador que perdió su trabajo o vio disminuido el sueldo que ganaba, el hambre de quien acaba de jubilar y contempla el exiguo monto del cheque que le entrega la AFP, el hambre de la mujer que se separó y vive sola con sus hijos en algún departamento de la ciudad el pago de cuyo arriendo le absorbe todo lo que recibe, el hambre de los familiares de los que están falleciendo a causa de la pandemia de cuyo apoyo económico dependían, el hambre silenciosa del pensionado que vive con su jubilación miserable y, semana a semana, observa impotente subir los precios de los alimentos que consume y que ya no puede pagarlos.

¿Por qué hay hambre en Chile, cuando se insiste, a través de los medios de comunicación, que el abastecimiento de toda la población está asegurado? ¿Por qué, entonces, los sectores altos acaparan mercaderías en los supermercados y, también, algunos sectores medios que tienen capacidad para hacerlo? ¿Qué hace que se reproduzcan, pero en forma inversa, hechos similares a los que hubo en el tiempo de la Unidad Popular? Porque en esos años hubo temor al hambre pues había desabastecimiento. Hoy no sucede aquello. Hay abundancia de mercaderías, si creemos  en las palabras de las autoridades. Y, sin embargo, hay hambre.

Está claro que muchos bienes e insumos no pueden ser comprados por muchos sectores sociales, aunque existan en el comercio, porque tales sectores no tienen dinero para hacerlo. Pero, ¿por qué ocurre todo ello? ¿Cuál es la causa?

La Economía nos enseña que toda persona asigna a cada bien un determinado valor. Ese valor, sin embargo, es diferente si desea consumir o utilizar en provecho propio ese bien o si lo necesita solamente para cambiarlo por otro. Al primero se le llama ‘valor de uso’; al segundo, ‘valor de cambio’. El bien que se pretende cambiar raras veces se tasa por un valor equivalente al de la contraparte; lo normal es cada operador pretenda ganar algo con el acto de permutar. Es decir, obtener un rédito, un interés, un mayor valor.  Lo que nos hace sentar una primera premisa: todo bien es susceptible de intercambio; pero cuando dicho intercambio no tiene como finalidad el uso del mismo, lo que se busca es obtener lucro, es decir, sacar provecho de la operación, transarlo a un mayor valor. Porque, no olvidarlo, la moral de la Economía es el lucro. De lo cual se puede concluir que todo comercio es intercambio, pero no todo intercambio es comercio pues el intercambio no implica, necesariamente, realizar ganancias. El intercambio no es un acto económico sino la acción natural de los seres humanos para entregar obras que nacen de las diferentes aptitudes y capacidades que cada uno posee. Dichas cualidades les hace producir y realizar actividades, necesarias, a menudo, para quienes no poseen las mismas. E intercambiar esas obras con otras que no pueden realizar, que les son importantes y necesarias, intercambio que debiera ser gratuito o satisfacerse con la mutua recompensa. Sólo cuando ese intercambio se hace comercial, la Economía se hace presente. Con su moral invariable: el lucro.

A diferencia del intercambio simple, el comercio es, fundamentalmente, intercambio lucrativo. Para ser más efectivo, requiere de la existencia de una mercancía intermedia denominada ‘dinero’ que, por lo mismo, adquiere la calidad de ‘medio de pago’. Cuando el dinero es abundante, las mercancías suben de precio porque obedecen los dictámenes de la ley de la oferta y la demanda; el fenómeno aquel se denomina ‘inflación’. Pero cuando el dinero escasea, las mercancías bajan de precio porque nadie tiene capacidad para comprarlas y el fenómeno se llama ‘deflación’. De lo cual se deriva una lección: en un sistema donde impera el comercio, un ‘buen gobierno’ no debe dar dinero (o restringir el acceso al mismo) a los sectores dominados o pobres, porque éstos (como son pobres) no tienen todas sus necesidades satisfechas, y el  dinero que pueden recibir lo gastan, de inmediato, en comprar las cosas que requieren ocasionando escasez y, por consiguiente, ‘inflación’. Y puesto que muchos bienes no se producen en el país y se hace necesario importarlos cuando se agotan, en Economía se dice que los pobres, al recibir dinero en sus manos, ‘crean presiones inflacionarias’. Por  eso no se les puede dar dinero sino en pequeñas cantidades. Entregarlo en abundancia a la población lo hacen sólo los ‘malos gobiernos’. Como el de la Unidad Popular. Un ‘buen gobierno’ ha de darlo a las clases dominantes pues éstas, al tener satisfechas todas sus necesidades, toman ese dinero y lo invierten o ahorran, contribuyendo al desarrollo del país y fomentando lo que se conoce como ‘ahorro nacional’.

Entonces, hay razones económicas que nos llevan entender lo que sucede en las economías mundiales y por qué existen ciertos y determinados fenómenos, a menudo, inexplicables.

El comercio, es decir, el intercambio para obtener réditos o ganancias, supone la existencia de determinadas cantidades de bienes en oferta. Si esos bienes aumentan, el precio baja y las posibilidades de obtener tales réditos o ganancias se hacen difíciles. Por consiguiente, las empresas no deben producir más que lo necesario, es decir, la cantidad necesaria de bienes a objeto de no producir una caída en el precio de los bienes que entrega para su comercialización. Y si, por cualquier motivo, lo hacen, deben destruir lo que han fabricado.  De manera que, haya inflación o deflación, la cantidad de bienes que existen en el mercado ha de ser la misma: se trata de proteger la ganancia o el lucro de determinados grupos sociales. O dicho de otro modo: el sistema está hecho para que la producción no exceda el monto de la ganancia que ha de existir.

El hambre de determinada población (mundial, regional o nacional e, incluso, local) no tiene importancia para la economía. Los seres humanos son ‘consumidores’ y/o ‘reguladores’ de los precios establecidos. Nada más. Sus existencias no son relevantes para la economía más que para los efectos de entregar sus energías corporales o hacer de sujetos consumidores.
Por lo mismo, cuando se desencadenan las crisis, los Estados pocas veces suben los sueldos de los trabajadores sino permiten que eso lo hagan determinados sectores y con ciertas limitaciones. En general, prefieren conceder ‘bonos’, por una sola vez, muchas veces con cargo a los dineros de los propios trabajadores. Cuando arrecian las circunstancias, reparten mercaderías y no entregan dinero. Los estados practican el reparto de limosna a una población que han empobrecido ellos mismos. De esa manera, conjuran cualquier amenaza de inflación y pueden negociar con los grandes distribuidores de mercaderías (ni siquiera con los productores) o las cadenas de negocios, dinamizando con los dineros públicos la alicaída economía.


Pero el hambre, si no se satisface, tiene consecuencias, puede dar origen a fenómenos insospechados. Promueve la solidaridad entre los seres humanos, sin lugar a dudas. E invita a practicar la cooperación. Y a construir una nueva ética comunitaria. Las ollas comunes, que se organizaron el Chile en 1930, y volvieron en tiempos de la dictadura pinochetista para aparecer, hoy, en pleno gobierno autoritario piñerista, son un ejemplo de ello. Hoy, como antaño, juntan a los rebeldes, convocan a los necesitados, aúnan voluntades, incitan al diálogo y a la mutua comprensión, provocan intercambio de opiniones, invitan a la acción mancomunada. Bienvenidas sean ellas. Ya nos lo recordaba Óscar Castro, cuando nos decía:

“¡Qué cerca están las gentes cuando el hambre las une
y hay sólo ante los ojos una desnuda mesa,
y se oyen muy distantes sonar unas pisadas
Como el eco del agua por las mojadas piedras!”

Hambre es la palabra más terrible que jamás se haya pronunciado. Pero es la que une a los sectores populares para hacerlos más fuertes y más decididos. El hambre no les arrebata su dignidad; les hace más rebeldes. Por eso, son reacios a aceptar limosnas o conmiseración ajena. Y pocos son los que van a tolerar la ayuda por caridad. Aunque en ello les vaya la vida.

Las grandes masacres, al igual que las grandes revoluciones, han tenido un marco similar de referencia. No tendría por qué ser diferente en Chile. Si los propios sectores medios han manifestado que, en determinadas circunstancias de apremio, estarían dispuestos a perpetrar cualquier delito con tal de dar alimento a sus hijos, no debe sorprender que lo hayan empezado a hacer los sectores populares como ha sucedido en El Bosque en plena pandemia. Los saqueos no se paran con una ley. Porque el hambre no tiene límites. Es lo que nos pone de manifiesto el título de la novela del escritor noruego, aquella palabra conmovedora, la misma que brilló, resplandeciente, en medio de la noche del lunes 18 de mayo, como luminosa advertencia de lo que significan los siete meses del estallido social, allá, arriba, encaramada en lo alto de la torre del edificio de la Telefónica, en Santiago.

Santiago, 20 de mayo de 2020

lunes, 30 de marzo de 2020

LIBERTAD A LOS PRESOS POLÍTICOS DE LA PROTESTA


DECLARACIÓN
LIBERTAD A LOS PRESOS POLÍTICOS DE LA PROTESTA





El COMITÉ DE DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS Y SINDICALES CODEHS, a la opinión pública nacional e internacional, declara:

El dia 15 del presente, atendiendo a la presencia del la pandemia de coronavirus en Chile, al hecho que

[…] el día 19 de marzo de 2020, se decretó estado de catástrofe para todo el territorio nacional por el lapso de 90 días […]”,

a la circunstancia que

[…] las cárceles son recintos donde la posibilidad de contagiarse es altamente probable atendido al hacinamiento y la imposibilidad de que las medidas sanitarias mínimas puedan ser implementadas razonablemente […]”,

y a que

[…] la persistencia de la enfermedad de la tuberculosis en la población carcelaria, que al día de hoy no ha podido ser erradicada de nuestras cárceles […]”,

procedió, el juez Daniel Urrutia Laubreaux, del Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago, a dictar una resolución reemplazando la prisión preventiva de trece (13) personas, detenidas en la encerrona del 3 de marzo en los alrededores de la calle Corbalán Melgarejo de la capital, por la pena de arresto domiciliario total. La medida se fundamentaba, además, en el hecho que los detenidos

“No registran condenas anteriores y existe una más que razonable posibilidad que, de ser condenados, cumplan estas condenas en libertad dada la pena abstracta a la cual se arriesgan por el delito que fueron formalizados”.

Pocas horas después de haberse dictado dicha resolución, se reunió extraordinariamente el pleno de la Corte de Apelaciones de Santiago a través del sistema de video conferencia para acordar suspender tanto al juez Urrutia de sus funciones como el efecto de su resolución, y dar inmediato aviso a Gendarmería para impedir la libertad de los presos políticos, muchos de ellos menores de edad.
   No debe llamar la atención la urgencia del tribunal de alzada en reunirse para tratar tan extraordinaria medida: el enfrentamiento entre el juez Urrutia y esa instancia no es nuevo sino se prolonga por años. Con la diferencia que, esta vez, sus consecuencias ponen en grave riesgo a la población de presos políticos.
   Los tribunales chilenos, por regla general, están integrados por personas profundamente conservadoras. Son tribunales de derecho, es decir, aplican la ley, y raras veces se preocupan de impartir justicia. Corresponden a la bíblica descripción de los llamados ‘fariseos’ o ‘doctores de la ley’, sujetos comprometidos con la norma y no con las personas, individuos sometidos tanto a la majestad de la ley como al poder del dominador. No puede esperarse de ellos acatamiento a las observaciones hechas por la representante de los derechos Humanos en las Naciones Unidas en cuanto al respecto de esos derechos por los prisioneros políticos; mucho menos, a las organizaciones de derechos humanos. Por el contrario, en fallos recientes, los tribunales han ‘creado’ el delito de ‘pertenecer a la Primera Línea’, resolución que les ha permitido usar el instrumento de la prisión preventiva por tiempo indefinido como arma eficaz contra la protesta social y encerrar por tiempo largos meses a quienes protestan contra el Gobierno.

EL COMITÉ DE DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS Y SINDICALES CODEHS, junto con hacer suya la carta enviada al presidente de la República, de la Corte Suprema y del Senado el 26 del presente por una serie de organizaciones sociales y derechos humanos, llama a los organismos internacionales a redoblar sus esfuerzos en torno a ejercer mayores presiones al Gobierno chileno que, aprovechando una emergencia mundial, no satisfecho con mutilar visualmente a gran parte de la población, detener a otros muchos y asesinar a otros, no desperdicia esta oportunidad para aplicar sanciones desmedidas a sus opositores y exponer a la población penal a las graves consecuencia de la pandemia que en estos meses asola al país.

Por el Comité de Defensa de los Derechos Humanos y Sindicales CODEHS



Fernando Espinoza Moreno                                                     Felipe Tamayo Flores
              PRESIDENTE                                                                        SECRETARIO GENERAL


Santiago, 29 de marzo de 2020


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