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jueves, 7 de mayo de 2020

EFECTOS DE LA PANDEMIA EN CHILE: DESDE LA REFLEXIÓN A LA ACCIÓN

Artículo de opinión. Por Lorenzo González Cabrera, miembro del CODEHS.


NOTAS INTRODUCTORIAS

Como asociado y dirigente de la Federación Nacional de la Subsecretaría de Salud Pública y asumiendo las definiciones a las que hemos contribuido desde el momento mismo que nos constituimos en organización. Hemos avanzado en la defensa del Fortalecimiento de la Autoridad Sanitaria, y su tarea de proteger la salud de la población.

Hacerlo en la noción de las Determinantes Sociales de Salud, que nos llevan a ampliar la mirada para comprender la salud como una cuestión de seguridad nacional. Los efectos de la pandemia así lo demuestran. No es algo que sólo atañe a un grupo determinado de la población nacional sino a toda ella en su conjunto.

 La Salud y el bienestar son un desafío permanente, es por ello que creemos que hay que pasar de la declaración a la acción. De la propuesta a la protesta. El presente texto nace de la revisión de documentos anteriores y de reflexiones compartidas por compañeros a través de las redes sociales en las que nos encontramos cotidianamente. Invitamos a quienes estén de acuerdo con estos contenidos a suscribirlo.

EL VIRUS, LA PANDEMIA LA SALUD, LA ECONOMÍA Y OTRAS COSAS

La situación mundial, a consecuencias de la llegada (al parecer indefinida) de la Pandemia mundial generada por SARS – COV2, que viene afectando de diferentes maneras y en un proceso ininterrumpido a los países del orbe, ha puesto a la humanidad una preocupación nunca antes vivida.

En efecto, los contagios producidos por el Coronavirus, a la fecha, parecen ser cifras no alcanzadas históricamente, no obstante, éste se encuentra provocando altos niveles de conflictividad en algunas áreas del quehacer. La confrontación de miradas para enfrentarlo son muchas, de un lado la presión que ejercen, directamente, o a través de ¿sus? Estados en las organizaciones intergubernamentales, amenazando la reducción o suspensión de los aportes para su sobrevida (así Trump con la OMS) o como se indica en el reciente ajuste presupuestario nacional.

LA ESTRATEGIA DE LA IMPROVISACIÓN

En estos días, como ha sido desde que se instaló la pandemia en Chile, hemos visto cómo las estrategias de contención y combate han mostrado una enorme diversidad, contándose con una enorme batería de instrumentos, los que son utilizados o desechados, en los diferentes países, ya sea por énfasis específicos en ciertas miradas de salud u otras formas de priorización como es el caso de Chile, donde evidentemente la priorización se ha colocado en los aspectos económicos por sobre los de salud (salubristas, epidemiológicas y sanitarias, sean preventivas o remediales).

Los niveles de conflictividad entre las potencias, la guerra híbrida desatada, la guerra comercial, y comunicacional han creado ingentes dificultades en el mundo entero.

La caída de las bolsas, la crisis generada en el bajo precio del petróleo, la variación permanente de las divisas, provocadas por estos hechos, son cuestiones que invariablemente comenzarán a operar severamente sobre aquellos factores sociales que determinan la calidad de la salud en el planeta y particularmente en aquellos países que; como el nuestro, tienen una economía abierta y dependiente de la venta de materias primas sin elaboración, cuya depreciación será cada día mayor.

Nos encontramos en una crisis de marca mayor, sólo comparable con la gran crisis de los años 30, con las consecuencias de similar o mayor gravedad, previéndose la posibilidad de aparecimiento de una hambruna gigantesca.

Ello obliga, para encontrar salidas dotadas de un mínimo de equidad, que el Estado cumpla su tarea tendiente a resguardar los derechos humanos y sociales esenciales de la población y su énfasis debe estar orientado a esos fines, Pan Techo y Abrigo se decía en períodos de la crisis que precedentemente indicáramos, cuestiones imprescindibles para garantizar la Salud, comprendida como el goce del bienestar pleno.

Para ello resulta del todo insuficiente la reasignación presupuestaria implementada desde La Moneda, como tampoco lo hacen las medidas paliativas ¿orientadas? a los sectores más vulnerados por los efectos que la implementación a ultranza del modelo neoliberal.

No basta desarrollar una agenda pro empleo que lo único que hace es fortalecer a los mismos grandes conglomerados económicos, muchos de los cuales no han trepidado en modificar las condiciones contractuales de sus trabajadores, amparados en la Ley de Protección del Empleo, reduciéndose así los ingresos de quienes generan su riqueza y acaparando para sí los recursos que desde el gobierno se colocan a disposición de la reactivación de la economía.

Es la hora de modificar la política económica y comenzar con políticas contracíclicas que permitan mejorar la liquidez de los más desposeídos, como de los asalariados de los segmentos más bajos de esa mal definida clase media, acudiendo al tesoro del Estado y a la capacidad de endeudamiento al que, como nación tenemos; con la finalidad de aportar esta vez al desarrollo nacional y no al crecimiento del enriquecimiento de los menos que se apropian de los frutos de la producción nacional.

Fuentes internacionales, de alta credibilidad indican que en nuestro país la economía decrecerá entre un -4% y un -5%, es decir, si se suma la expectativa de crecimiento, el ¿país? “crecería” menos de un 7%, ello es lo que obliga a la adopción de las medidas que hemos indicado.

De lo contrario, seremos los trabajadores quienes pagaremos las consecuencias de la crisis, y de los provocados por la dura realidad económico social que afecta a nuestro pueblo y que la pandemia ha permitido percibir en toda su cruda realidad, en los mismos términos indicados durante las prolongadas manifestaciones de fin de año pasado que, manifiestamente ponen en riesgo la salud y la vida de la población, en el entendimiento que su condición indivisible.

NUESTRO COMPROMISO CON LA SALUD

Esa es la razón que hemos tenido a la vista cuando definimos "La Salud como una cuestión de Seguridad Nacional" la que después de más de 9 años se asume por la CUT; y con ello estamos poniendo en el centro la capacidad de análisis que como organización hemos desarrollado.  Pero lo hemos dicho, asumimos este concepto separándonos de la mirada generada bajo el concepto de “guerra de baja intensidad”, por el contrario, lo vemos desde la perspectiva integradora que la función de la Salud tiene en la sociedad. Como un valor que integra las miradas diagnósticas de los problemas y unifica rutas de salida o solución de estos.

La autoridad ha venido asumiendo una concepción autoritaria aberrante, cercenando caminos a la información e inhibiendo que desde regiones se adopten decisiones que se desmarquen del errático comportamiento que ha mostrado la autoridad central, no por una visión regionalista sino eminentemente epidemiológica.

Hemos estado durante años centrando el quehacer en el cumplimiento de metas que hacen el remedo de ser metas sanitarias al decir que engarzan con la Estrategia Nacional de Salud, que, de lo que evidentemente carece, es de una mirada integral de salud que ponga el acento en la prevención, la educación, la promoción y la fiscalización, antes que cuestiones meramente administrativas o de números que no expresan el impacto de ellas en la salud de la población.

LA PANDEMIA, UNA RADIOGRAFÍA SOCIAL

La realidad que desnuda la pandemia es que nuestro sistema carece no sólo de herramientas de intervención en el modo que la sociedad se organiza, produce y se reproduce, y de la forma que esto impacta en el acceso al bienestar pleno de la población, sin lo cual ninguna actividad de servicios o productiva puede garantizarse. Esta es la amplia mirada a la que invita el enfoque de las Determinantes Sociales de Salud. Que rescatamos de manera intransable y que coloca primero la vida, luego la economía.

La pandemia ha demostrado que cuando los trabajadores no pueden concurrir a su trabajo, los sectores poseedores ven amenazados sus privilegios derivados de la producción mercantil y la realización del producto de trabajo asalariado, y de la provisión de servicios que la haga posible, dejando explícitamente claro quiénes son los generadores de riqueza.

 

POR EL CAMINO DE LA DESOBEDIENCIA

Nos enfrentaremos a la obligación de estar en la trinchera de la salud para proveerla. Cuando desde la Moneda se está pensando en la llamada “Nueva Normalidad” o en el “Retorno Seguro” no se está considerando como se mueven las variables de la pandemia, hecho que las cifras evidenciadas durante la última semana demuestran que estábamos en lo cierto, que las entregadas inicialmente eran solamente la punta de iceberg, cuyas dimensiones aún desconocemos. Es ese manejo errático e improvisado, con desmentidos y cambios de giro contradictorios, lo que nos obliga más que nunca a propender a la movilización nacional en defensa del bienestar de la población. Esta lucha resulta estrictamente necesaria para defender los derechos, tanto los que tenemos como trabajadores, como los del resto de la población.

Está llegando la hora de confrontar a la autoridad que está pensando más en un extemporáneo programa de gobierno que en el desarrollo y fortalecimiento de Políticas de Estado, que tengan permanencia en el tiempo y que apunten a modificaciones estructurales que admitan otear un mañana mejor, a través de una nueva Constitución que implique un nuevo y mejor trato para las grandes mayorías sociales, en términos expresados en las masivas movilizaciones sociales realizadas en octubre o el 8M y que invitan a la generación de un nuevo Estado. Ello nos lleva a proponer el camino de la Desobediencia Activa que se puede expresar de múltiples formas, como ejemplos, iniciales, autoconfinamiento en lugares con brotes donde no se haya decretado cuarentena, no concurrir al Mall, hacer compras en farmacias y negocios de barrio, pegatinas de letreros que manifiesten el descontento con el modo con que se enfrentado la pandemia en ventanas y rejas, “acciones de arte” o intervenciones en plazas o lugares emblemáticos, en barrios, ciudades, provincias o regiones.

Es en esta lucha donde se probará la consecuencia, el valor y el sacrificio de cada Dirigente, Trabajador y Trabajadora por un Chile mejor. Es la hora de transitar desde la Declaración a la Acción, desde la Propuesta a la Protesta.

LORENZO GONZÁLEZ CABRERA

VICEPRESIDENTE FENFUSSAP


"Desobediencia Laboral Sanitaria"¡¡¡Ahora!!!

 

Mayo 4 de 2020

Post Scriptum: Si deseas suscribirlo eres bienvenido.

Nota de la redacción:


Sólo un gobierno popular asegura el derecho a la salud en forma integral, para toda la población, venciendo las barreras sociales, la discriminación, la falta de oportunidades. Sólo la caída del capitalismo nos asegura un sistema social justo, conforme a la dignidad del ser humano.


viernes, 1 de mayo de 2020

EL DESARROLLO DE LA ESTRATEGIA DEL GOBIERNO (ARTÍCULO)




Artículo de opinión



EL DESARROLLO DE LA ESTRATEGIA DEL GOBIERNO:
LOS SUPUESTOS PREVIOS
REARTICULACIÓN DE LAS FUERZAS  DEL GOBIERNO/ 
DESARTICULACIÓN DE LAS FUERZAS OPOSITORAS


MANUEL ACUÑA ASENJO

A. LOS SUPUESTOS PREVIOS

UNIDAD EN TORNO AL FACTOR DE COHESION
En nuestro documento de marzo recién pasado, destinado a analizar la estrategia de las clases y fracciones de clase dominantes, señalábamos que aquella no era sino, aprovechar el inesperado apoyo que la pandemia del Covid 19 proporcionaba al Gobierno, para retrotraer la situación nacional a la que existía hasta antes del estallido social de 18 de octubre de 2019. O, como lo decíamos,

“[…] el objetivo del sector hegemónico del Bloque en el Poder no es sino el restablecimiento de las condiciones que existían hasta antes del 18 de octubre de 2019 a fin de seguir extrayendo el plusvalor de las clases dominadas en la forma que lo había hecho hasta ese momento. Para conseguir su objetivo necesita recobrar el ‘liderazgo’ de Piñera, lo que implica diseñar una estrategia en torno a recuperar, consecuentemente, la confianza de la comunidad nacional en el mandatario y la subordinación de todo el espectro político a su conducción. En palabras más simples, se trata de tomar el control de la nación para poder determinar, más tarde, las tareas a realizar”[1].

Restablecer el orden existente hasta antes del 18 de octubre de 2020 —o, como también lo llama el Gobierno, ‘restablecer la normalidad’ e, incluso, ‘nueva normalidad’— es tarea de personas, de sujetos, de individuos bajo la obligada dirección de alguien. Pero no de ‘cualquier’ alguien sino de quien cuente o haya contado con un grado de confianza social, de un ‘atractor’. En el caso de Chile, ese objetivo podría alcanzarse solamente con Piñera a la cabeza pues el sujeto de marras —que, paradojalmente, no cuenta con el apoyo irrestricto de muchos de sus partidarios a quienes, más bien, les resulta una carga—, es el factor de unidad del estado/nación. Y, como tal, un personaje insustituible; al menos, por el momento.

En esa situación —continuábamos—, la conditio sine qua non de la estrategia para las clases y/o fracciones de clase dominantes había de ser, necesariamente, continuar por la ruta trazada, arrastrando ese fardo humano, lo que implicaba limpiar su imagen, recobrarlo como el líder indiscutido de la alianza ‘Chile Vamos’, reinstalarlo como el conductor inmejorable de la nación y, por supuesto, tolerar (y justificar o, al menos, explicar) sus naturales extravíos. Tarea difícil, por cierto, y no exenta de dificultades, dado tanto el carácter social (anal) como el carácter individual (narcisista) del mismo, algo que se ha visto reflejado en muchos de sus actos, como más de alguien puede constatarlo:

[…] lo cierto es que durante todo el manejo de la crisis sanitaria desatada por la pandemia del COVID-19, Piñera ha hecho caso omiso de manuales y consejos de asesores para sortear estas circunstancias extraordinarias y ha optado por no alejarse un ápice de su conocido estilo político, aquel con el que siempre trata de mostrarse como un “gran líder”, alguien que “todo lo sabe y todo lo controla” y que al final, muchas veces, le juega en contra”[2].

Pero, en política, es conveniente estar realizando permanentemente ajustes a toda estrategia que se tenga en vista, ya sea ampliando sus objetivos o restringiéndolos, de acuerdo a la evolución de las circunstancias. Porque los acontecimientos pueden ofrecer posibilidades que, de no aprovecharse oportunamente, podrían ocasionar verdaderas catástrofes. Y la pandemia ha ofrecido condiciones inmejorables para alcanzar tales objetivos, como lo es aquella que ha permitido a algunos proponer como objetivo, además de los otros ya establecidos, perfilarse como el mejor país del mundo en el ‘combate’ contra el Covid 19. Porque los objetivos de Piñera siempre fueron erigirse como un líder mundial o sentarse, como lo hizo una vez en otro de sus constantes extravíos, en el escritorio que usa el presidente de los Estados Unidos en la sala oval. Por eso, no debe extrañar que, al respecto haya escrito una persona:

“Efectivamente, hasta ahora, distintas instituciones internacionales han destacado o citado el trabajo que ha hecho Chile estas semanas y la baja cifra de mortalidad, ante lo cual —afirmaron fuentes gubernamentales— se ha ‘instruido informalmente’ la difusión de esos comentarios. Es así como informes de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, del Economist Intelligence Unit y de la financiera J.P. Morgan, circulan profusamente entre asesores, personas públicas y "líderes en distintas áreas”, todo con el objetivo de que se vea a Chile como un ‘ejemplo ante otros casos preocupantes como el de Ecuador y Brasil’”[3].

De hecho, es lo que ha estado sucediendo desde mediados de marzo, más exactamente, desde el 18 de marzo, a poco de instaurarse el ‘estado de catástrofe’, como lo señala, no sin cierto regocijo una periodista:

“Junto con dictar el estado de catástrofe el miércoles 18, el gobierno recuperó el control del Estado, cuya dirección había perdido tras el estallido del 18 de octubre. En este nuevo escenario, los mismos que antes procuraron que no tuviera las herramientas para enfrentar el desorden público y satisfacer nuevas demandas sociales y que incluso le impusieron su programa de gobierno, se encuentran ahora sin poder”[4].

En otras palabras, nada ha de perturbar la fluida y abundante percepción de plusvalor que ha existido hasta esta fecha desde los sectores dominados a los dominantes. Para realizar ese cometido se cuenta con una ventaja crucial: el manejo del Gobierno. Todo lo que haga el Gobierno debe considerarse en el carácter de obra del presidente, circunstancia que va a colaborar en el mejoramiento de la imagen del mismo. Y, consecuentemente, del Gobierno en su conjunto. Porque,

“Nadie mejor que Sebastián Piñera para enfrentar esta situación inédita de crisis, donde hay que buscar los equilibrios para que una medida dirigida a salvar vidas no traiga como consecuencia la aparición de otra epidemia desconocida por las generaciones vivas: la hambruna. Ésta podría aparecer como la consecuencia de la quiebra de las empresas de todo tamaño, el desempleo, la escasez y el agotamiento de los recursos del Estado”[5].
  
La reinvención de Piñera en el carácter de líder indiscutido de la alianza ‘Chile Vamos’ es el eje central de la estrategia, algo que no ha pasado desapercibido, en modo alguno, para algunos analistas —como Claudio Fuentes—, que advierten,

“[…] tras la seguidilla de apariciones casi cotidianas del Mandatario en el marco de la crisis sanitaria por el COVID-19, […] la intención desde Palacio de querer reposicionar la figura de Piñera, tanto a nivel nacional como para el resto de América Latina”[6].

Dado que el Bloque en el Poder es conducido hegemónicamente por la fracción bancaria de la clase de los compradores de fuerza o capacidad de trabajo en estrecha alianza con la fracción comercial, los intereses a defender han de ser fundamentalmente financieros, entendiéndose por tales, los que benefician a las compañías aseguradoras, a la banca, las empresas exportadoras e importadoras de mercancías y, en general, las que prestan toda clase de servicios como turismo, transporte de pasajeros y de carga, etc. Es el predominio manifiesto del modelo pinochetista neoliberal  que se ha mantenido y perfeccionado durante todos estos años de democracia post dictatorial dentro de la cual la hegemonía del Bloque en el Poder es detentada por la fracción bancaria de la clase de los compradores de fuerza o capacidad de trabajo. Lo cual no significa, en modo alguno, que el sector industrial no vaya a gozar de prebendas. No. Ese sector goza de privilegios toda vez que se ha adecuado a las exigencias del modelo para el que sólo es posible mantener  industrias en las áreas que ofrecen ventajas comparativas, entre otras, la silvicultura, la pesca, la agricultura y la minería. Pero, antes de adentrarnos en esas materias, aclaremos otro supuesto previo.

LA OTRA CARA DE JANOS
Como ya lo señalamos, nuestro documento —intitulado ‘La estrategia de las clases y/o fracciones de clase dominantes ante el Covid 19’—, ya advertía que la estrategia a seguir por parte de las autoridades era sacar el mayor provecho posible a las condiciones que ofrecía la presencia de la pandemia Covid 19 en el país, a objeto de robustecer el Gobierno y restaurar, a partir del mismo, en pleno vigor, la forma de acumulación que impuso la dictadura pinochetista, conmovida por el estallido social de 18 de octubre de 2019. Podría suponerse, luego de esas palabras, y no sin justa razón, que la estrategia de esos sectores estaría limitada a tales aspectos, algo que no corresponde, en modo alguno, a la realidad. Y es que Janos tiene dos caras. Que no son las mismas. Al menos, eso dice la tradición romana. Aseverar que las clases y/o fracciones de clase dominantes tienen una estrategia orientada a restaurar la forma de acumulación heredada de la dictadura y a perseverar en ella, no quiere decir que esos sectores, simultáneamente, hayan descuidado la elaboración de otra, inversa, destinada a desarticular y neutralizar los intentos de quienes son reacios a aceptar los objetivos que se propone realizar el sector hegemónicos del Bloque en el Poder. No. Las clases, y/o fracciones de clase, dominantes no existen porque sí, no existen en el aire. Son dominantes (y dinámicas) lo que quiere decir que dominan a otros u otras, que son parte inherente a toda sociedad, existen en el interior de esa sociedad conformando una estructura social, son elementos que la integran y, en consecuencia, se han alzado dentro de la misma para imponerse como tales y reivindicar su status de dominación. 

Digamos que, en verdad, estamos en presencia de un Estado, de una relación social, de una estructura de seres humanos que asegura la permanencia de la dominación de unos sobre otros. ‘La luz’, nos recuerda Henry Barbusse en su bellísima obra ‘L’enfer’, ‘no existiría sin la sombra’. Sentencia tremendamente sabia, pues nos advierte que todo concepto encierra un contrario y, por ende, que toda dominación presume, necesariamente ‘dominantes’ y ‘dominados’. Por lo mismo, que quien domina debe estar asegurando constantemente esa dominación sobre los que han sufrido el yugo de la dominación pues éstos, como reacción natural, siempre van a estar intentando sacárselo de encima y, en consecuencia, alzándose en contra de aquellos que los han colocado en semejante estado de sumisión. Las revueltas populares no tienen otro origen que no sea la acción consciente y deliberada de quienes han logrado, exitosamente, situarse por encima de los demás para imponer su voluntad sobre un sector social, haciendo caso omiso a las voces de las cordiales relaciones de cooperación que advierten sobre los peligros de la competencia y de la imposición.

Por eso, no debe olvidarse que, conjuntamente con elaborar la forma de conducir victoriosamente adelante la restauración de la situación que existía hasta antes del estallido de 18 de abril, las clases y/o fracciones de clase dominantes han estado diseñando y construyendo, simultáneamente, una estrategia orientada, en sentido inverso, a desarticular y aniquilar cualquier intento que puedan realizar los sectores dominados para sacudirse el yugo impuesto por ellas. Quiéranlo o no reconocerlo quienes rechazan visceralmente la existencia de las clases y/o fracciones de clase sociales, el choque de estos sectores no es sino una confrontación de intereses entre quienes se han apoderado de todo —porque creen que les pertenece por derecho propio—, y quienes han sido despojados de lo que la propia naturaleza ofrece para todos.

En nuestro análisis, esa estrategia ha de referirse, necesariamente, a dos aspectos cruciales en el desarrollo de los acontecimientos y que vamos a abordar, de todas maneras, más adelante y en páginas posteriores. El primero de ellos dice relación con el estallido social de 18 de octubre de 2019; el segundo, a la forma de aprovechar el período de reflujo que impone la presencia de la pandemia del Covid 19 orientado a restaurar la forma de acumular que hizo posible la dominación de ciertos sectores hasta el estallido social de 2019.

Dejamos, desde ya, establecido que nuestros análisis contemplan la actividad de las clases y/o fracciones de clase dominantes y, bajo ningún respecto, la de las clases y/o fracciones de clase dominadas. A esta última la dejaremos en la penumbra del ‘I Ching’, en el plano de lo incierto, de lo que se sugiere pero jamás se dice, de lo que se supone porque se ignora, de lo que se estima cierto y, no obstante es incierto, según nos lo enseña Mathiesen en su obra ‘Det ofullgånga’.

LA SUPUESTA NEUTRALIDAD DE LOS GOBIERNOS
Si para toda persona resulta extremadamente difícil resolver las tareas que le impone enfrentarse a un suceso desconocido, con mayor razón le acontece a una organización social como lo es el Estado, tratándose de una pandemia. Porque, aun cuando tal suceso es un fenómeno de permanente ocurrencia en la historia de la humanidad, no se hace presente con la periodicidad que más de alguien pudiere suponer. Por ello, es natural que los gobiernos cometan errores de diversa naturaleza en el tratamiento de tales fenómenos. Lo cual no los exime de responsabilidad. Porque no fue sino voluntad de los mismos instalarse a la cabeza de la nación. Más, aun, si sus campañas electorales no fueron más que la venta de sus respectivas imágenes, como una mercancía más, ante una clientela de votantes convencida de ser aquellos los mejor preparados para desempeñar esa tarea, y enfrentar semejantes contingencias. En otras palabras: a ninguno de ellos se les obligó, en modo alguno, a tomar la dirección del país para dar oportuna solución a los problemas de sus habitantes.

Los gobiernos, sin embargo, no son estructuras neutras de dirección social. Por el contrario, son estructuras políticas; se instalan para representar intereses de determinados sectores sociales y raras veces actúan guiados por sentimientos humanitarios o de conmiseración hacia otros, sino obedecen a directrices cuyo empleo no les resulte obstáculo para realizar, además, la defensa de los intereses propios. Más, aún, en aquellas sociedades en las cuales la forma de acumulación impuesta es extremadamente competitiva. Porque la consecuencia inevitable de ello es el establecimiento de una cultura igualmente competitiva, con individuos tremendamente individualistas, narcisistas, mercantilistas, dedicados únicamente a resolver sus propios problemas y no los de los demás. Y, repetimos, es que los gobiernos son estructuras políticas: obedecen a determinados intereses de clase.

El gobierno de Sebastián Piñera no ha estado ajeno a esos avatares. Por el contrario, conformado en torno a la controvertida figura de un presidente cuyo rasgo principal lo manifiestan —por decir lo menos— anómalos comportamientos suyos, no ha sido mezquino en la comisión de actos censurables, algo que no debiera sorprender. Porque solamente un iluso espera de semejante conjunto la adopción de actitudes diferentes. El refrán aquel que dice ‘De tal palo, tal astilla’ bien puede aplicarse en estos casos para aseverar sin temor a cometer errores que gobernantes, como el referido, sólo pueden contar con colaboradores armónicos a sus formas de ser. Un gobierno es un conjunto social dentro del cual no puede existir disenso.

Esas circunstancias nos permiten, desde ya, establecer los parámetros del análisis del comportamiento del gobierno de Piñera ante la catástrofe del Covid 19: las medidas adoptadas por esa administración han sido guiadas en gran medida por intereses políticos y no por intereses humanitarios. Lo cual no significa sino que la generalidad de sus actos obedece al deseo de obtener mejor provecho de la gestión realizada y en la medida que La Moneda asuma crecientemente el control de la situación del país, y no a una posible conmiseración en torno a las penurias de la población abatida por la desgracia. Esta no es una afirmación gratuita. Es más, el lunes 31 de marzo, la Cátedra de Derechos Humanos de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile entregó una declaración pública en la que, luego de señalar que

“[…] esta crisis ha desnudado las graves carencias de nuestro sistema de salud pública, insuficiente para garantizar de igual manera a todas las personas el derecho a la salud […]”

no vacilaba en afirmar lo siguiente:

“[…] es preocupante ver cómo se va instalando en la población la sensación de que las decisiones de las autoridades de Gobierno están motivadas, principalmente, por intereses económicos y la protección de ciertos sectores privilegiados de la sociedad, y no necesariamente por el mayor bienestar de la población”[7].

Alqo que, en forma humorística, señalaba el periodista Daniel Matamala al recordar, en su página semanal de un diario capitalino, aquella historia del dinosaurio que, observando la caída del meteorito que pondría fin a la existencia de su especie, sólo estaba atento a los avatares de la economía[8]. Actitud que bien refleja la frase (explicada, más tarde) del presidente de la Cámara de Comercio de Santiago, Carlos Soublette, pronunciada a mediados de abril:

“[…] no podemos matar toda la actividad económica por salvar las vidas, porque después vamos a estar lamentando que la gente se muera de hambre”[9].

Los actos de todo Gobierno son esencialmente políticos, por lo que no deben llamar la atención las palabras proferidas, con absoluta naturalidad, por Rafael Bergoeing, presidente de la Comisión Nacional de Productividad —Superintendente de Bancos en el primer período presidencial de Sebastián Piñera—, en la entrevista de Radio Duna en el curso de este mes de abril,

“[…] si ustedes ayer escuchan al (ministro de Hacienda Ignacio Briones), mi lectura fue que la mitad de su discurso tuvo que ver con políticas concretas, algunas de las cuales todavía no están totalmente diseñadas, lo que demuestra que es difícil, y la otra mitad fue señales y discursos”[10].

Así, y solamente de esa manera, es posible entender lo que ha sucedido en el país durante el período dentro del cual se ha hecho presente la pandemia. Y lo que sucederá en los meses venideros. Si es que no hay otra circunstancia que cambie el rumbo de los acontecimientos.

LA PANDEMIA DEBE ASEGURAR, ANTE TODO, BUENOS NEGOCIOS
Por consiguiente, nos encontramos con un Gobierno cuyo objetivo realizar en toda su extensión los postulados de la forma de acumular heredada de la dictadura pinochetista, validar las formas culturales y jurídico/políticas originadas a partir de ese acontecimiento y, en consecuencia, no sólo permitir la realización de todo tipo de negocios desde el Estado sino, además, alentarlos, promoverlos y obtener, desde esa posición, las mejores ganancias para quienes intervienen en esas operaciones. Es una época florida de negocios y transacciones. Hecho que no ha podido pasar desapercibido para muchos académicos que no han vacilado en denunciarlo.

“Hoy está ganando el sector que está enfatizando en lo económico”[11].

No es distinta a una guerra o a un terremoto que junto con ser desgracias, para los sectores dominantes constituyen oportunidades inmejorables para llenarse los bolsillos. Las guerras dinamizan las economías con la ineludible ‘tarea de la reconstrucción’; no lo hacen distinto los terremotos, los huracanes y las inundaciones, entre otras calamidades. La pandemia se presenta como un regalo del cielo, lo mejor que pudo suceder en lo político y en lo económico. Permite invertir y revertir; luego, descansar. Parafraseando a don Andrés Bello, hasta podría exclamarse:

“El día es para el mal y los afanes.
¡He aquí la noche plácida y serena!
El hombre, tras la cuita y la faena
Quiere descanso y  oración y paz”.

Citamos, aquí, para ilustrar el estado de la población, ante autoridades en las que nadie confía, lo sucedido en la región austral de Chile durante la segunda semana de marzo recién pasado.

A la Isla Grande de Chiloé, se puede llegar solamente por mar. Por tal motivo, sus autoridades locales solicitaron al Gobierno implantar una cuarentena total a fin de proteger la salud de la población ante la amenaza del Covid 19. Como era de suponerse, la autoridad se negó a hacerlo y dispuso, en cambio, la instalación de una barrera sanitaria en la localidad de Punta Coronel a partir del 22 del mismo mes. 

Sin embargo, el mismo día en que debía comenzar a regir esa barrera, por razones que se desconocen, ingresó por ese lugar un bus de recorrido intercomunal con personas que llegaban a la isla —como se dijo, en su oportunidad—‘con altas temperaturas’, signo inequívoco de la pandemia.
Según el alcalde de Ancud, Carlos Gómez quien interpusiera ante la Corte de Apelaciones de Puerto Montt un recurso de protección que, por supuesto, le fue denegado,

“[…] tras difundirse la noticia de que el control sanitario no estaba cumpliendo con su cometido, los propios vecinos salieron a cortar los accesos espontáneamente en diversos puntos de Chiloé”[12].

Las protestas estaban más que justificadas en la referida zona, pues tanto dirigentes vecinales, sindicales y los propios alcaldes  de las diversas localidades estaban convencidos que el interés del gobierno era más que nada proteger a las salmoneras y no la salud de la población. O como lo expresaran ellos mismos, exigían que se dijera de una vez

"[…] si lo que realmente se está defendiendo es la salud pública o está pesando otra vez más el factor económico"[13].

Porque, en el caso de Chiloé, el propósito de proteger el interés económico de la zona y no la salud de la población resultaba evidente para sus habitantes. Aunque se afirmara lo contrario.
Lo ocurrido en la isla grande de Chiloé no ha sucedido solamente en la región austral del país. Hay testimonio de innumerables otras acciones orientadas a percibir ganancias de actos cuya comisión causa dolor ajeno. Y no hay conmiseración por ello. Ni siquiera un ápice de empatía. Así ha sucedido con el pago de las cuentas de luz, agua, telefonía, INTERNET y gas, proyecto de ley que fue aprobado por la Cámara de Diputados por 97 votos a favor, un voto en contra  y seis abstenciones, por lo que pasó al Senado para su discusión. El ministro de Energía, Juan Carlos Jobet, ex presidente del directorio de la AFP Capital, advirtió que presentará una ‘reserva de constitucionalidad’ en contra del proyecto pues

[…] afecta la igual repartición de las cargas públicas y el derecho de propiedad; segundo, porque resulta inadmisible, a  nuestro juicio, en atención a que genera gasto para el Estado, y tercero, porque afecta el derecho a desarrollar actividades económicas”[14].

Lo que, en buen romance, significa que el proyecto se entregará al Tribunal Constitucional donde, casi con seguridad, naufragará dado que, en la composición de ese organismo, predominan las ideas del libre mercado.

No es el único rubro de la Economía al que se le ha de extraer la máxima utilidad: la forma mercantilista de operar del Gobierno se manifiesta en la forma de acometer la solución en la generalidad de las áreas del diario quehacer. El caso del agua es una muestra elocuente de esta falta de sensibilidad, de la existencia inequívoca de una voluntad manifiesta en cuanto a anteponer el flujo de las ganancias por sobre el respeto e integridad de la persona.

Es de conocimiento de las autoridades que el mejor método para combatir la amenaza del coronavirus es el lavado frecuente de manos con jabón (y, por supuesto, la limpieza tanto corporal como ambiental), método en cuyo uso se insiste reiteradamente a través de la TV y de los medios informativos y que para un país pletórico de desigualdades, como lo es Chile, resulta poco menos que un sarcasmo.  Porque, …  ¿podríamos confiar en autoridades que, a sabiendas de la enorme necesidad de agua que tiene y va a demandar la salud de la población nacional —especialmente en las zonas de sequía y en las poblaciones de emergencia—, nada han hecho por resolver ese problema?  ¿Podríamos confiar en personas que persisten en la tarea de asegurar la propiedad del agua en manos de inversionistas privados y mostrar, sin rubor, a la nación sudamericana como la única del planeta donde el líquido elemento se encuentra entregado a empresas particulares para su conveniente explotación y en donde el propio ministro de Agricultura es uno de esos felices propietarios?




[1] Acuña Asenjo, Manuel: “La estrategia de las clases y/o fracciones de clase dominantes chilenas ante el Covid 19”, publicado en varios sitos de INTERNET, marzo de 2020.
[2] Leighton, Hernán: “Los baches del estilo presidencial en plena pandemia y el ruido interno que genera su pulsión por el protagonismo”, ‘El Mostrador’, 17 de abril de 2020.
[3] Redacción: “El otro objetivo del Palacio: aparecer como el mejor país combatiendo al Covid-19 en América Latina”, ‘El Mostrador’, 14 de abril de 2020.
[4] Molina, Pilar: “La Moneda retoma el control”, ‘El Líbero’, 23 de marzo de 2020.
[5] Molina, Pilar: Art. citado en (4).
[6] Leighton, Hernán: “Claudio Fuentes y el manejo en La Moneda de la crisis sanitaria: ‘Hoy está ganando el sector que está enfatizando lo económico’”, ‘El Mostrador’, 23 de abril de 2020.
[7] Labbé, Daniel: “’Hay sensación de que las decisiones de Gobierno son motivadas por protección a privilegiados’: Cátedra de DDHH de U. de Chile”, ‘El Ciudadano’, 31 de marzo de 2020.
[8] Matamala, Daniel: “¡Mierda!... ¡La economía!”, ‘La Tercera’, 18 de abril de 2020.
[9] Redacción: “La postura del presidente de la Cámara de Comercio de Santiago ante la pandemia: ‘No podemos matar toda la actividad económica para salvar las vidas’”, ‘El Desconcierto’, 16 de abril de 2020. Con negrita en el original.
[10] Redacción: “Economista Rafael Bergoeing y las dudas sobre el segundo plan económico del Gobierno: ‘La mitad son políticas, algunas no totalmente diseñadas, y la otra mitad son señales’”, ‘El Mostrador’, 09 de abril de 2020.
[11] Leighton, Hernán: Art. citado en (6).
[12] Jara, Carlos: “Protestas en Chiloé desnudan crisis moral del gobierno: Acusan apoyo a las salmoneras en desmedro de la salud pública”, ‘El Desconcierto’, 25 de marzo de 2020. Con negrita en el original.
[13] Jara, Carlos: Art. citado en (12). Con negrita en el original.
[14] Redacción: “Ministro de Energía tacha de ‘inadmisible’ proyecto de ley que prohíbe el corte de servicios básicos en Estado de Catástrofe”, ‘El desconcierto’, 16 de abril de 2020.