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domingo, 31 de mayo de 2020

HAMBRE: más que una palabra, una triste realidad

HAMBRE
MANUEL ACUÑA ASENJO
 ‘Hambre’ es el título de una novela escrita por Knut Hamsun, autor escandinavo de principios del siglo XX, en donde se relatan las penurias de la población de esa ciudad llamada Cristiania a fines del siglo 19. Pero ‘hambre’ es, también, sinónimo de pobreza, de abandono, de sacrificio, de muerte. Un recuerdo del paso de la humanidad por el más abyecto estado animal. El mismo que Hobbes, en cierta oportunidad, describiera como el período en que ‘el hombre, es un lobo para el hombre’. Condenar a un pueblo al hambre, que representa el más extremo grado de miseria, sólo podemos considerarlo como algo propio de la mente más afiebrada que pueda existir. Hambre, palabra que horrorizaba —me lo confesó una vez— a mi buen amigo poeta, actor, escritor, Carlos Alberto Muñoz, allá, en su exilio, en Estocolmo.  Por eso, ver esa palabra espantosa, escrita de abajo hacia arriba, en uno de los costados del edificio de la empresa Telefónica de Chile, me hizo cavilar acerca del hambre que existe en Chile, hambre a la que se ha referido en estos días, incluso, el propio alcalde de Santiago, Felipe Alessandri.

Porque hay hambre en este país. Hambre abierta, en descubierto, hambre que se ha hecho pública, que se arrastra por las calles y manifiesta en los pobres que hurgan al interior de los contenedores buscando bolsas de basura para ver si en ellas hay algo que puedan aprovechar. Es el hambre que existía ya, desde antes del estallido social de 18 de octubre de 2019 y de la pandemia, invisible, en el Paseo Ahumada (y otros lugares del Gran Santiago), cuando los restaurantes y fuentes de soda, antes del  cierre, botaban las sobras en los contenedores municipales para que una turba de pobres hambrientos se abalanzara, noche a noche, en busca de alimentos. Es el hambre que revienta hoy, a gritos, en la comuna de El Bosque y en otros barrios de la capital. El hambre que existía en tiempo de Pinochet.


Pero eso no es lo único. Hay un hambre oculta, un hambre que se vive en silencio, el hambre del trabajador que perdió su trabajo o vio disminuido el sueldo que ganaba, el hambre de quien acaba de jubilar y contempla el exiguo monto del cheque que le entrega la AFP, el hambre de la mujer que se separó y vive sola con sus hijos en algún departamento de la ciudad el pago de cuyo arriendo le absorbe todo lo que recibe, el hambre de los familiares de los que están falleciendo a causa de la pandemia de cuyo apoyo económico dependían, el hambre silenciosa del pensionado que vive con su jubilación miserable y, semana a semana, observa impotente subir los precios de los alimentos que consume y que ya no puede pagarlos.

¿Por qué hay hambre en Chile, cuando se insiste, a través de los medios de comunicación, que el abastecimiento de toda la población está asegurado? ¿Por qué, entonces, los sectores altos acaparan mercaderías en los supermercados y, también, algunos sectores medios que tienen capacidad para hacerlo? ¿Qué hace que se reproduzcan, pero en forma inversa, hechos similares a los que hubo en el tiempo de la Unidad Popular? Porque en esos años hubo temor al hambre pues había desabastecimiento. Hoy no sucede aquello. Hay abundancia de mercaderías, si creemos  en las palabras de las autoridades. Y, sin embargo, hay hambre.

Está claro que muchos bienes e insumos no pueden ser comprados por muchos sectores sociales, aunque existan en el comercio, porque tales sectores no tienen dinero para hacerlo. Pero, ¿por qué ocurre todo ello? ¿Cuál es la causa?

La Economía nos enseña que toda persona asigna a cada bien un determinado valor. Ese valor, sin embargo, es diferente si desea consumir o utilizar en provecho propio ese bien o si lo necesita solamente para cambiarlo por otro. Al primero se le llama ‘valor de uso’; al segundo, ‘valor de cambio’. El bien que se pretende cambiar raras veces se tasa por un valor equivalente al de la contraparte; lo normal es cada operador pretenda ganar algo con el acto de permutar. Es decir, obtener un rédito, un interés, un mayor valor.  Lo que nos hace sentar una primera premisa: todo bien es susceptible de intercambio; pero cuando dicho intercambio no tiene como finalidad el uso del mismo, lo que se busca es obtener lucro, es decir, sacar provecho de la operación, transarlo a un mayor valor. Porque, no olvidarlo, la moral de la Economía es el lucro. De lo cual se puede concluir que todo comercio es intercambio, pero no todo intercambio es comercio pues el intercambio no implica, necesariamente, realizar ganancias. El intercambio no es un acto económico sino la acción natural de los seres humanos para entregar obras que nacen de las diferentes aptitudes y capacidades que cada uno posee. Dichas cualidades les hace producir y realizar actividades, necesarias, a menudo, para quienes no poseen las mismas. E intercambiar esas obras con otras que no pueden realizar, que les son importantes y necesarias, intercambio que debiera ser gratuito o satisfacerse con la mutua recompensa. Sólo cuando ese intercambio se hace comercial, la Economía se hace presente. Con su moral invariable: el lucro.

A diferencia del intercambio simple, el comercio es, fundamentalmente, intercambio lucrativo. Para ser más efectivo, requiere de la existencia de una mercancía intermedia denominada ‘dinero’ que, por lo mismo, adquiere la calidad de ‘medio de pago’. Cuando el dinero es abundante, las mercancías suben de precio porque obedecen los dictámenes de la ley de la oferta y la demanda; el fenómeno aquel se denomina ‘inflación’. Pero cuando el dinero escasea, las mercancías bajan de precio porque nadie tiene capacidad para comprarlas y el fenómeno se llama ‘deflación’. De lo cual se deriva una lección: en un sistema donde impera el comercio, un ‘buen gobierno’ no debe dar dinero (o restringir el acceso al mismo) a los sectores dominados o pobres, porque éstos (como son pobres) no tienen todas sus necesidades satisfechas, y el  dinero que pueden recibir lo gastan, de inmediato, en comprar las cosas que requieren ocasionando escasez y, por consiguiente, ‘inflación’. Y puesto que muchos bienes no se producen en el país y se hace necesario importarlos cuando se agotan, en Economía se dice que los pobres, al recibir dinero en sus manos, ‘crean presiones inflacionarias’. Por  eso no se les puede dar dinero sino en pequeñas cantidades. Entregarlo en abundancia a la población lo hacen sólo los ‘malos gobiernos’. Como el de la Unidad Popular. Un ‘buen gobierno’ ha de darlo a las clases dominantes pues éstas, al tener satisfechas todas sus necesidades, toman ese dinero y lo invierten o ahorran, contribuyendo al desarrollo del país y fomentando lo que se conoce como ‘ahorro nacional’.

Entonces, hay razones económicas que nos llevan entender lo que sucede en las economías mundiales y por qué existen ciertos y determinados fenómenos, a menudo, inexplicables.

El comercio, es decir, el intercambio para obtener réditos o ganancias, supone la existencia de determinadas cantidades de bienes en oferta. Si esos bienes aumentan, el precio baja y las posibilidades de obtener tales réditos o ganancias se hacen difíciles. Por consiguiente, las empresas no deben producir más que lo necesario, es decir, la cantidad necesaria de bienes a objeto de no producir una caída en el precio de los bienes que entrega para su comercialización. Y si, por cualquier motivo, lo hacen, deben destruir lo que han fabricado.  De manera que, haya inflación o deflación, la cantidad de bienes que existen en el mercado ha de ser la misma: se trata de proteger la ganancia o el lucro de determinados grupos sociales. O dicho de otro modo: el sistema está hecho para que la producción no exceda el monto de la ganancia que ha de existir.

El hambre de determinada población (mundial, regional o nacional e, incluso, local) no tiene importancia para la economía. Los seres humanos son ‘consumidores’ y/o ‘reguladores’ de los precios establecidos. Nada más. Sus existencias no son relevantes para la economía más que para los efectos de entregar sus energías corporales o hacer de sujetos consumidores.
Por lo mismo, cuando se desencadenan las crisis, los Estados pocas veces suben los sueldos de los trabajadores sino permiten que eso lo hagan determinados sectores y con ciertas limitaciones. En general, prefieren conceder ‘bonos’, por una sola vez, muchas veces con cargo a los dineros de los propios trabajadores. Cuando arrecian las circunstancias, reparten mercaderías y no entregan dinero. Los estados practican el reparto de limosna a una población que han empobrecido ellos mismos. De esa manera, conjuran cualquier amenaza de inflación y pueden negociar con los grandes distribuidores de mercaderías (ni siquiera con los productores) o las cadenas de negocios, dinamizando con los dineros públicos la alicaída economía.


Pero el hambre, si no se satisface, tiene consecuencias, puede dar origen a fenómenos insospechados. Promueve la solidaridad entre los seres humanos, sin lugar a dudas. E invita a practicar la cooperación. Y a construir una nueva ética comunitaria. Las ollas comunes, que se organizaron el Chile en 1930, y volvieron en tiempos de la dictadura pinochetista para aparecer, hoy, en pleno gobierno autoritario piñerista, son un ejemplo de ello. Hoy, como antaño, juntan a los rebeldes, convocan a los necesitados, aúnan voluntades, incitan al diálogo y a la mutua comprensión, provocan intercambio de opiniones, invitan a la acción mancomunada. Bienvenidas sean ellas. Ya nos lo recordaba Óscar Castro, cuando nos decía:

“¡Qué cerca están las gentes cuando el hambre las une
y hay sólo ante los ojos una desnuda mesa,
y se oyen muy distantes sonar unas pisadas
Como el eco del agua por las mojadas piedras!”

Hambre es la palabra más terrible que jamás se haya pronunciado. Pero es la que une a los sectores populares para hacerlos más fuertes y más decididos. El hambre no les arrebata su dignidad; les hace más rebeldes. Por eso, son reacios a aceptar limosnas o conmiseración ajena. Y pocos son los que van a tolerar la ayuda por caridad. Aunque en ello les vaya la vida.

Las grandes masacres, al igual que las grandes revoluciones, han tenido un marco similar de referencia. No tendría por qué ser diferente en Chile. Si los propios sectores medios han manifestado que, en determinadas circunstancias de apremio, estarían dispuestos a perpetrar cualquier delito con tal de dar alimento a sus hijos, no debe sorprender que lo hayan empezado a hacer los sectores populares como ha sucedido en El Bosque en plena pandemia. Los saqueos no se paran con una ley. Porque el hambre no tiene límites. Es lo que nos pone de manifiesto el título de la novela del escritor noruego, aquella palabra conmovedora, la misma que brilló, resplandeciente, en medio de la noche del lunes 18 de mayo, como luminosa advertencia de lo que significan los siete meses del estallido social, allá, arriba, encaramada en lo alto de la torre del edificio de la Telefónica, en Santiago.

Santiago, 20 de mayo de 2020

viernes, 17 de abril de 2020

CARTA A ANA GONZALEZ DE RECABARREN ANTE EL FALLO DE LA CORTE DE APELACIONES DE SANTIAGO


Querida Ana:


Nos conocimos hace mucho tiempo, allá, por los años 78, en casa de Clotario Blest, donde, junto a Sola Sierra, Magdalena Navarrete, Doris Meniconi, Gala Torres, Victoria Zúñiga, Viviana Díaz (en esa época, muy joven aún) y muchos otros familiares de aquellos compañeros nuestros apresados y, luego, desaparecidos, habías organizado la Agrupación que había de representarlas a todas Uds. en los años venideros para librar una lucha que aún no termina. Eran años difíciles esos, Ana, ¿recuerdas? Intentar sobrevivir y, a la vez, reclamar por los derechos amagados, por intentar sobrevivir, por soñar aún con una sociedad mejor, por exigir la libertad de nuestros amigos y familiares presos, por soportar capturas y apremios ilegítimos… No, no era una tarea fácil vivir en esos años. Y, sin embargo, nunca decaímos; ni, menos aún, desfallecimos. Teníamos la certeza que, tarde o temprano, lograríamos nuestros objetivos, que la justicia se impondría una vez más e, incluso, que volveríamos a tener la vida que una vez tuvimos. Ilusos.




No tengo memoria de las veces en que volvimos a encontrarnos, más tarde, en actos culturales, peñas, manifestaciones, protestas, de la mano de las organizaciones sociales, y desafiando a la dictadura, a la misma que hoy rinden homenaje quienes gobiernan el país. Los años no pasan en vano, tal vez porque no son ellos quienes pasan sino somos nosotros, seres humanos que se agotan en el transcurrir. La última vez que nos vimosrecuerdo fue con motivo del fallecimiento de nuestro común buen amigo y compositor Richard Rojas, músico insuperable, hombre lleno de vida, autor de una de las más bellas canciones creadas para rendir homenaje a quienes una caterva de degenerados hizo desaparecer en medio de los más crueles tormentos. Me refiero al tema ‘¿Dónde están?’ Richard Rojas, de profesión maestro, había organizado junto a Ester González, su mujer (la ‘Esterciña’, como la llamaba), y el maestro Jorge Sepúlveda, primero, el ‘Trio Lonquimay’; luego, el ‘Trío Lonqui’; finalmente, el ‘Duo Lonqui’ (integrado solamente por él y su mujer). Desde esa instancia, tan de ellos, nos entregaban, periódicamente, obras de innegable valor cultural de las que recuerdo con gran cariño la ‘Resbalosa del pan’ y la canción ganadora del Festival de Olmué dedicada a la minga de Chiloé que cantara con dedicación y arte nuestra otra gran amiga Rebeca Godoy. Pero, ya en esos años, cuando nos saludamos al vernos, al retorno del sepelio, en una de las avenidas del Cementerio General, ya no me recordabas. Era demasiado el tiempo transcurrido. Y la distancia no tiene conmiseración, asfixia con su abrazo intolerable. Luego, vino la separación definitiva, el tiempo de la despedida, ‘la hora de decir adios’.
Trío-Lonqui
TRÍO LONQUIMAY. Rubén Cortez, Ester González y Richard Rojas

Tras años de peregrinar, en vano, buscando a los tuyos, tras años de esperar el retorno imposible de Manuel Segundo Recabarren Rojas (tu marido), de Manuel Guillermo Recabarren González (hijo tuyo), de Luis Emilio Recabarren González (también tu hijo) y de Nalvia Rosa Mena Alvarado (tu nuera), vino lo inevitable: tu desaparición, tu despedida, allá, en la casa tuya, en la zona Sur, en esa casa donde viviste los años más felices y más desgraciados de tu vida, la misma donde el vecindario, personas como yo, y muchos artistas y personajes llegamos a rendirte un último homenaje.

Te preguntarás por qué te escribo, Ana, en estos momentos. Y tienes razón en hacerlo. No te sorprendas, por favor, si te digo que lo hago para pedirte disculpas. Porque, luego de conocer la sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago, que rebajó la pena aplicada a esa caterva de desalmados que asesinaron a casi la totalidad de tu familia, pienso que te he fallado. A pesar que nada tengo que ver con ese hecho, pienso que te he fallado. Y es que mis actos, mis desplazamientos, mis pequeñas obras, mis análisis, mis debates y conversaciones, intentando convencer a una sociedad sorda sobre infinidad de hechos y circunstancias, de nada han servido todos estos años. Pienso que también les he fallado a los familiares de las agrupaciones de derechos humanos (presos políticos, detenidos ejecutados, detenidos desaparecidos, exiliados) porque no he hecho lo suficiente por ellos. Y quiero pedir disculpas. Pedírtelas a ti, en primer lugar, Ana; luego, a todos los demás. Y es que no he podido cumplir conmigo mismo, con los objetivos que me impuse; menos, aun, cumplir con los demás.

Estudie, una vez, las leyes de la Física para convencerme que la realización de un acto es directamente proporcional al grado de fuerza (poder) con que se cuenta. Eso me ha permitido encontrar una explicación a mis yerros. No he contado con la fuerza que se requiere para llevar a cabo las transformaciones que pudieron servir para ese cometido; he sido incapaz de agrupar voluntades para llevar adelante esos propósitos. Quise hacer muchas cosas, pero no tuve la fortaleza de llevarlas a cabo. Y es que menosprecié el poder de las clases que dominan porque no conocía su naturaleza. Casi al fin de mi vida he podido encontrar una explicación probable de ello. Por eso te escribo. Para pedirte disculpas por no haber cumplido lo que me propuse alguna vez. Porque, aunque tú jamás lo hubieses sabido, me propuse conseguir justicia para ti y para los tuyos. Pero ignoraba que la ‘justicia’ era una entelequia’ y que ya Aristóteles, Ulpiano, Augustinus, Thomae Aqvinatis, nos habían advertido que ‘justicia’ es, solamente, ‘dar a cada cual lo que le corresponda’ y que al pobre y al esclavo sólo le corresponden latigazos y miseria. Eso es justicia. Fallé, en consecuencia. Y me avergüenzo de ello. Por eso te pido disculpas. Porque tu marido, tus hijos y nuera, han sido, una vez más, burlados. Y yo no he sido capaz de evitarlo. Te he fallado tanto a ti y a tu familia como lo he hecho con los demás.

La Corte de Apelaciones de Santiago, que integran severos doctores de la ley poco proclives a la lectura de los expedientes que se les entregan, dio a conocer la semana pasada, una resolución que reduce la pena aplicada por sentencias anteriores y absuelve (en otros casos) a quienes quitaron la vida a tus seres queridos haciendo superfluos sus execrables actos. No nos sorprendamos, querida Ana. Porque los tribunales, desde el momento mismo en que se produjo el golpe de Estado en 1973, se alinearon servilmente con los dominadores. Fue su presidente, Enrique Urrutia Manzano, quien terció, sobre el pecho de Pinochet, la banda tricolor que lo ungía como gobernante supremo de la nación. Sí, mi buena Ana, los tribunales, los mismos a las rejas de cuyo inmueble de calle Bandera te encadenaste junto a muchas otras, acompañadas de Clotario Blest. Esos mismos tribunales cuyo presidente (Israel Bórquez) decía estar ‘curco’ de tanto recibir recursos de amparo presentados por la Agrupación que fundaste. Esos mismos tribunales, siempre generosos con la sangre ajena y tremendamente avaros con la propia. Los mismos que se han negado a rebajar sus sueldos luego del estallido social de 18 de octubre pasado y aceptan, sin embargo, que otros lo hagan. Los mismos que crucificaron (como funesto presagio de la Semana Santa) a Daniel Urrutia, uno de los pocos jueces que, compadecido por la suerte que espera a los presos políticos en las tenebrosas cárceles de la ‘democracia’—, frente a la pandemia que asola a nuestro país, se atrevió a desafiar la omnipotencia de la justicia chilena decretando la libertad de todos ellos. Sí, querida Ana: la misma Corte, los mismos jueces, los mismos que mantienen vínculos estrechos con las clases dominantes y, por ende, con quienes gobiernan el país y que, ante la prensa extranjera, no escatiman alabanzas a la tan cacareada ‘independencia’ del Poder Judicial chileno. La misma Corte que hoy revoca la sentencia de otra jueza para volver a encarcelar a los generosos jóvenes de la Primera Línea. Esos mismos tribunales que obligaron, en plena democracia, a arrancar del país a la periodista Alejandra Matus luego de la publicación del libro ‘El libro negro de la Justicia chilena’, documento magistral, que puso al desnudo la esencia del Poder Judicial. Porque esa es la verdadera naturaleza de quienes han dirigido nuestra débil democracia desde su advenimiento en 1990. Por lo mismo, ¿podrías suponer un comportamiento diferente, en una persona tan poco decente como lo es el ex presidente Lagos, generoso, también, con la sangre ajena y tremendamente tacaño con la propia?

He querido enviarte esta carta, Ana, a fin de justificarme por ser débil, tremendamente débil y vulnerable. Por ser la antítesis del superhombre o del héroe que presentan las historietas y las películas de ciencia ficción; por ser uno más de los innumerables seres anónimos que recorren el país mascullando, en su soledad, improperios contra quienes gobiernan muchos de los cuales son ignorantes, débiles mentales o sujetos abiertamente perversos y ejecutan a cada instante, a cada momento, actos orientados únicamente a mantener doblada la cerviz de nuestras clases oprimidas, mientras ellos se apoderan de los escasos bienes nacionales que van quedando.

Termino, querida Ana, confesándote, además, que me siento avergonzado de la institucionalidad que existe en la nación que habitamos, tan ajena y distante de nosotros, de la nación que nos arrebataron, de sus capataces y mayordomos, de todo el aparataje institucional que se nos ha impuesto como herencia de un pasado que nos agobia. Me dan vergüenza los Tribunales del país, me da vergüenza su Parlamento, la Presidencia en manos de un demente con colaboradores que en poco difieren de él. Me consuela, sin embargo, decirte que no te he traicionado ni he traicionado a quienes cayeron en la lucha, como tus familiares, por construir una sociedad mejor. Siempre he estado en contra de esa institucionalidad; siempre la he querido cambiar. Pero no solo, ni con los partidos políticos actuales sino de la mano de una comunidad organizada, capaz de llevar adelante las transformaciones esenciales que el país necesita. Por eso, también, jamás fui parte de los gobiernos post dictatoriales cuya única labor fue desactivar el funcionamiento de todos los movimientos sociales que existían al comienzo del retorno de la democracia.



Y, por lo mismo, hoy, a pesar de todo, tengo confianza en el futuro de Chile; pero tengo, también, temor de lo mismo pues las tareas que esperan a la comunidad nacional al término de la pandemia son colosales. Los ricos querrán mantener sus privilegios, al igual que todo el estamento dominante: militares, marinos, policía, jueces, empresarios, agiotistas, banqueros, especuladores. Una dura prueba espera al pueblo de Chile luego de esta pandemia. Porque fácil resulta entender que, en estos momentos, nada más se puede hacer: Cuando una tragedia, como la del Covid 19, asola a una nación, el primer deber de los movimientos sociales que se han alzado para reclamar por sus derechos es sobrevivir y lograr que todos sus integrantes también lo hagan. Hay, en consecuencia, tiempo para pensar, tiempo para meditar sobre un futuro mejor; y, cuando ese tiempo existe, lo hay, también, para preparar lo que esa tarea demanda. Por lo que puede suponerse que no todo está perdido. Como tan brillante lo expresa ese refrán chileno: mientras hay vida, hay esperanza. Y, te lo aseguro, somos muchos los que no hemos perdido aún esa esperanza.

Un abrazo enorme, allá, en la eternidad.

Manuel

Santiago, 13 de abril de 2020


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ENLACES RELACIONADOS:





LIBERTAD A LOS PRESOS POLÍTICOS DE LA PROTESTA:



martes, 14 de abril de 2020

Tranqui… la Revuelta continúa (adentro)



Tranqui… la Revuelta continúa (adentro)
Cristián Opaso

Asumo que -como a mí- a vos la Revuelta te revolvió la vida, o, mejor dicho, te la trajo de vuelta, renovando las esperanzas de cambio en un país que experimentábamos, hasta antes del 18 de octubre, como irremediablemente alienado, sumiso y deprimido. Asumo también, que quedaste pa’ dentro cuando todos comprendimos que teníamos que quedarnos en la casa y que aquellos/as que por meses llamábamos a salir a la calle, hacíamos ahora los llamados en sentido contrario.
Pero ¿y si la Revuelta continuase todavía, más viva que nunca?
¿No podría ser que estuviese ahora adentro de cada uno de nosotros/as y que continuase en la entrañas más íntimas de cada barrio –cuico o “vulnerable”- enfrentándonos todos/as ahora desde allí a la violencia y la injusticia?
¿No pudiese-piensa bien usted, un escenario en que cada uno/a pudiese cada día evaluar, calibrar, fraguar las nuevas movilizaciones y que éstas pudiesen más fuertes y enfocadas que nunca?
Me trae a memoria esto que digo a una de las mejores frases que leí en las miles de páginas de sabiduría popular que por meses los/las resistentes escribieron en las calles de Santiago: “Resistir para un Buen Vivir: La Dignidad se Cuece a Fuego Lento”.
Porque es muy cierto: obligados, hemos tenido que ir a parar la olla en los espacios internos y a re-aprender a vivir, no sé si Tan bien, pero mejor, poco a poco, Mejor.
No es para nada fácil, porque así como salir a las calles tenía sus peligros no menores y la represión criminal gaseaba, golpeaba y mutilaba a diestra y siniestra, por estos días en nuestras conciencias afloran y atacan violentamente -aunque no necesariamente vestidos de verde- los temores ante las deprimentes interrogantes, ¿es que la revuelta ya cesó? ¿Nunca se retomarán las multitudinarias marchas? ¿Todos los muertos y mutilados se olvidarán? ¿Todo habrá sido en vano?
Es verdad también que por estos días nos puede agarrar el zorrillo o el guanaco que ataca con sus venenosas incertidumbres. ¿Y cuándo se me acabará la poca plata que tengo? ¿y qué haré después? y si me enfermo -yo o mis hijos/as-, ¿cómo soportaré la enfermedad y el dolor, no habiendo atención adecuada en los consultorios y hospitales ya semi-colapsados?
Pero creo sinceramente que, ¡podemos resistir! Como en su momento los/as de la primera línea, ¡tenemos que resistir! en éstas, nuestra nuevas trincheras. Que tienen que ver con las batallas, personales si se quiere, pero ¡de enormes consecuencia políticas!
Son pocas, pero importantes las cosas que he aprendido en estos no pocos días de encierro.
De mi depende, en parte importante, cómo me siento y cómo respondo a esta maldita/bendita pandemia.
Esto es sencillo, pero ciertamente no fácil de hacer. O sea, podemos elegir que nos tiren bombas lacrimógenas todo el día por la TV tradicional y los WhatsApp alarmistas, o podemos enfrentar el tiempo o la soledad leyendo un libro, cuidando una planta, culminando por fin aquella tarea tan postergada.


Muchos/as lo han dicho, entre ellos presos célebres, como Rosa Luxemburgo y otros/as: no puedo elegir las circunstancias, pero puedo elegir como respondo a ellas, en el caso de Rosa y otros, resistiendo al encierro y la locura.
No me pidan recetas mágicas. Mírense alguna vez -de verdad- el ombligo, respiren calmos y mediten sobre esto.
Tengo que preocuparme más de mi cuerpo, y está a mi alcance el hacerlo.
Esto a pesar de que se me estén acabando los remedios tradicionales y no pueda salir a andar en bicicleta. De hecho, estos días he conocido mejor mi cuerpo y el valor de sencillos hábitos olvidados. Les cito sólo uno: que me sirve, de hecho ¡necesito! tomar agua (y no tanto café).
Aquellos/as más cercanos/as, son al final, lo único que tengo.
Este es una de las lecciones más sencillas ¿o complicadas? O sea, tengo a la familia y los amigos/as que tengo. Ya a estas alturas, son los/as que he elegido para mutuamente acompañarnos.
Es simple: o me quedo pegado en mis vacilaciones, críticas o ansiedades de siempre, o recreo relaciones, suelto preocupaciones, me reconcilio con los viejos amigos/as. Ah, que no se olvide: los cercanos pueden estar a miles de kilómetros de distancia, como lo hemos podido comprobar muchos/as.
Los vecinos/as, aunque no ideales, son los únicos con que puedo contar.
Me encantaría vivir en territorio liberado, o por lo menos en un barrio con centros culturales, ollas comunes, vecinos que ponen una banderita roja cuando necesitan ayuda. Pero acá estoy encerrado en un barrio cuico (tradicional), bastante desalmado adonde, a lo más, aplauden tímidamente a las 9 pm (como los europeos, claro). Pero no estoy sólo. Habemos varias docenas que virtualmente intentamos compartir información útil, además de recordarnos que queremos cambiar Chile (el grupo ahora virtual nació para aprobar el cambio constitucional).
En fin, resistimos como podemos en lo que a veces se siente como territorio enemigo. Y está la vecina claro, que se entusiasma con apoyar a los viejos/as del edificio. O el vecino generoso que me deja revistas en mi puerta. Ellos/as son parte esencial de los vínculos que he de reforzar para las batallas, grandes y pequeñas que vendrán.
Sí, es verdad que soy un privilegiado: todavía me queda un poco de comida y me sale agua de la llave. No tengo que salir a trabajar (no porque no quiera por si acaso), y alguien cercano tiene trabajo y un modesto ingreso asegurado (¿por cuánto tiempo?). Todos los privilegios que ustedes me quieran nombrar. Pero ¡no se engañen!
El tema es que a todos/as, en todas las latitudes, en alguna parte nos aprieta el zapato (y el corazón), pero estamos aprendiendo que podemos sacarnos los zapatos y ¡caminar o correr descalzos!
¡Y eso también es Resistencia! Por eso podrá seguir la Revuelta.
Podemos Resistir, podremos seguir Revolviéndola, ¡más y mejor que nunca!

#Revuelta Popular, #Reflexión, #Análisis, #Coyuntura, #Coronavirus, #Virus, #Covid-19

#Resistencia

#Chiledespertó
#CODEHS

viernes, 24 de enero de 2020

Carta al Senado solicitando se declare inhábil al Presidente de la República Miguel Juan Sebastián Piñera Echeñique













EN LO PRINCIPAL: Solicita se declare inhábil al Presidente de la República Miguel Juan Sebastián Piñera Echeñique para ejercer el referido cargo por las razones que indica. PRIMER OTROSI: Acompaña documentos. SEGUNDO OTROSI: Solicita diligencias. TERCER OTROSI: Se tenga presente.

Señor
Jaime Daniel Quintana Leal
Presidente del
Senado
República de Chile

FERNANDO ESPINOZA MORENO, NILSON ZEPEDA DONOSO y CARLOS RUIZ RODRÍGUEZ, presidente y directores,  respectivamente, del COMITÉ DE DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS Y SINDICALES CODEHS, al Sr. Presidente del Senado de la República de Chile, respetuosamente, decimos:

Que venimos en solicitar de esa Honorable Corporación, previa audiencia del Tribunal Constitucional, se sirva declarar inhábil para ejercer su cargo de tal al Sr. presidente de la República Sr. MIGUEL JUAN SEBASTIÁN PIÑERA ECHENIQUE por encontrarse impedido física y mentalmente de hacerlo, de acuerdo al art. 53 n°7 de la Constitución Política de Chile.
En efecto, las razones que nos obligan a solicitar tal medida dicen relación con la salud del mandatario en cuestión y, consecuentemente, en actuaciones e intervenciones suyas, algunas de ellas de abierto contenido inmoral —que no solamente lo implican sino, junto con ponerlo en ridículo, comprometen gravemente el honor y prestigio internacional de nuestra nación—, y otras de notable abandono de sus deberes, según pasamos a exponer.

PROBLEMAS DE SALUD FÍSICA Y MENTAL.
Nuestra tesis, al respecto, es que el primer mandatario padece numerosos trastornos cuyas manifestaciones han llegado a ser de público conocimiento, especialmente en este último tiempo. Es conocido el hecho que tales dolencias se encuentran vinculadas, aparentemente, a la falta de sueño y al descanso. No por otro motivo hay quienes le atribuyen padecer el llamado Síndrome de Rusell/Silver, cuyo rasgo más  manifiesto es el crecimiento desigual de las extremidades superiores y una serie de otras características fisiológicas algunas de las cuales bien podrían coincidir con las del primer mandatario (sobre los rasgos fisiológicos de ese síndrome hay numerosos estudios, entre otros, los del dr. Pablo Lapunzina Badía, del INGEMM-Madrid).
Un síndrome de esa naturaleza no es óbice para el desempeño de funciones públicas como lo es la de presidente de la República, afirmación que si bien es cierta, no es menos cierto que, generalmente, tales dolencias van acompañadas de otras similares que sí pueden comprometer gravemente la seguridad y prestigio del país.
En febrero del año pasado, y durante la visita que efectuara a la ciudad de Cúcuta (Colombia), a fin de dar su respaldo al autodesignado ‘presidente encargado’ de Venezuela, Juan Guaidó, pudo vérsele con en sus apariciones públicas ejecutando movimientos espasmódicos en todo el cuerpo, aunque principalmente en sus brazos, distrayendo la atención de todos los que escuchaban el discurso del caudillo venezolano, según lo cuentan las crónicas de ese encuentro.
En julio del pasado año, tres meses antes que explotara la gran protesta nacional, había manifestado el neurobiólogo, doctor Óscar Lazo, su preocupación por la salud del primer mandatario ante síntomas aparentemente más graves, de carácter crepuscular, que manifestó, involuntariamente, en la visita realizada a la ciudad de Osorno, cuando concurrió a la reunión del Comité de Emergencia de esa ciudad. El investigador chileno, actualmente radicado en el Reino Unido, señaló, al respecto, en aquella oportunidad:

"Por un año me he dedicado a ver decenas de videos de Piñera en distintas situaciones y mi conclusión es que simplemente está reventado y seriamente privado de sueño […] a menudo Piñera está literalmente cayéndose de sueño, a niveles en que podría tener un accidente grave".
"[…] hay una cierta inestabilidad postural y parece haber ciertas contracciones musculares involuntarias en hombros y brazo izquierdo, pero no hay pérdida de control motor fino [...] No hay nada que indique seriamente que tiene alguna enfermedad neurodegenerativa".

Es, igualmente, conocido el hecho que Piñera duerme extremadamente poco, causa aparente de sus frecuentes crisis nerviosas; esto le sucede, a pesar que consume, frecuentemente, medicamentos para conciliar el sueño. Pero en los últimos meses, y a propósito de la explosión que comenzara el 18 de octubre, su situación parece haber empeorado. El CODEHS tiene información que los medicamentos para dormir le hacen escaso o nulo efecto y que, a pesar de no dejar de consumirlos, duerme, como máximo, apenas una hora al día.
En la fiesta de Navidad de este año, realizada en La Moneda el 24 de diciembre recién pasado, fue patético verlo temblar espasmódicamente frente a los niños y a algunas autoridades de la Iglesia Evangélica. No por algo sus asesores dicen de él que

[…] es un presidente sereno y trémulo […]

No está claro si la enfermedad que padece Piñera es el síndrome de Russell/Silver o la que describiera el psiquiatra francés Gilles de Tourette que puede caracterizarse

“[…] por muchos tics motores y fónicos que perduran durante más de un año”,

según lo expresa la Turette Association of America. No está claro si padece alguna otra similar.
Una de las críticas más fuertes que se hizo al presidente tanto en su primera administración como durante el segundo período eleccionario que enfrentara —más exactamente durante su última campaña electoral—, fue su permanente disposición a estar intentando divertir a sus acompañantes con chistes obscenos y de doble sentido, especialmente referidos a las mujeres, una de las características que presenta el síndrome de La Tourette:

“También hay tics vocales. Estos tics vocales (vocalizaciones) generalmente se producen junto con los movimientos. Las vocalizaciones pueden incluir gruñidos, carraspeos, gritos y ladridos. También pueden expresarse como coprolalia (el uso involuntario de palabras obscenas o de palabras y frases inapropiadas en el contexto social) o copropraxia (gestos obscenos)”.

Es cierto que el Síndrome de La Tourette, al igual que el de Russell/Silver, no es una afección que pueda preocupar. Como lo expresa la propia Compañía:

“La mayoría de las personas que sufren ST y otros trastornos de tics pueden llevar vidas productivas. No hay barreras para sus logros en la vida personal y profesional. Se puede encontrar gente con ST en todas las profesiones”.

Con todo, es ésta una recomendación para personas que viven una existencia común, no para quien ostenta el cargo representativo más alto de un país.
El problema de un trastorno mental como el que indicamos anteriormente es que siembra dudas acerca de la sanidad mental general de la persona, en primer lugar; en segundo, justifica la tendencia de atribuir otras conductas del enfermo a las propias de la enfermedad que padece. Es lo que sucede con el presidente Piñera, como veremos a continuación.

INCREMENTO DE ACCIONES VOLUNTARIAS E INVOLUNTARIAS DE DUDOSA MORALIDAD
Tal cual lo indicáramos precedentemente, uno de los problemas que arrastra la posible enfermedad que puede padecer quien desempeña la más alta magistratura de la nación es dar rienda suelta a la creencia de la opinión pública para que, con razón o sin ella, atribuya todos los yerros del mandatario y el uso de su retórica a la enfermedad que padece. Nos guste o no. Eso es una realidad. Así sucede, por ejemplo, con el empleo de la falacia como argumento para rechazar una idea que repudia, como sucede en la situación que describe el analista Camilo Vergara cuando recuerda el siguiente argumento del presidente:

Si cambiamos el modelo neoliberal, caeremos en el socialismo de Maduro”.

Estamos aquí en presencia de lo que, en filosofía, se denomina ‘falsos contrarios’. Desde el punto de vista de la lógica, ¿es posible aceptar ese tipo de asociaciones? ¿Es posible discutir semejante tontería? ¿Es posible aceptar tamaña barbaridad teórica? ¿Lo dijo Piñera porque está convencido que sus interlocutores son tontos o, verdaderamente, porque adolece de un grave problema mental que le hace creer que esa es la forma correcta de argumentar?
No ocurre de manera diferente cuando se dirige a la nación para señalar que la causa de la protesta social es la intervención de poderes foráneos. Porque en esos casos, hay una sublimación de su delirio.
Esta situación se presenta cuando, en primer lugar, acusa al régimen de Nicolás Maduro y al de Raúl Castro de ser los causantes directos de la protesta social, como si la humanidad se encontrase en plena ‘guerra fría’ y el fantasma del ‘comunismo internacional’ estuviese acechando a su víctima (el gobierno chileno) en el primer recodo de la esquina.
Pero… ¿es todo ello verdad? Naturalmente, no. Es muy difícil —por no decir, imposible— una intervención de esa naturaleza en los asuntos internos de un país. Más, aún, en las circunstancias actuales en donde la desaparición de la Unión Soviética es un algo irredargüible. Afirmarse en un hecho de semejante naturaleza pone en evidencia a una persona que no está consciente del mundo en que vive o no lo entiende. En ese caso, ¿puede aceptársele a quien ejerce el cargo de presidente de la nación?
Hasta fines de diciembre recién pasado no estuvo claro quién había confeccionado el informe de ‘Big Data’, si la SEGECOM, la SEGEGOB u otro organismo similar, informe que resultó ser no solamente un completo fiasco sino hizo que el país cayera en el ridículo internacional. Hoy, gracias a la información entregada por el periódico ‘La Tercera’ se sabe que fue la empresa española “Alta Data Analytics”, de propiedad del empresario hispano Alejandro Romero, quien lo hizo a petición de la Agencia Nacional de Informaciones ANI. No obstante saberse aquello, el Gobierno se resistió hasta el último en dar a conocer quién solicitó el referido informe por temor a dejar al descubierto otra actuación errónea del presidente. Porque ese organismo no es autónomo sino funciona bajo la tuición directa del Primer Mandatario.
Las afirmaciones del presidente Piñera han llegado a un paroxismo tal que, en una de sus últimas alocuciones, ha vuelto a denunciar dos hechos sustanciales:
a) insistir, por una parte, en que la intervención extranjera existe; y
b) que los videos en donde constan las violaciones a los derechos humanos durante su Gobierno fueron filmados en Alemania.
Si la intervención extranjera existe, ¿dónde consta dicha intervención? ¿Qué país la practica? ¿Qué potencia? ¿O se trata, tan sólo de las probabilidades acerca de las que trata ese ‘Big Data’ ordenado por la ANI a la empresa ‘Alta Data Analytics’ en las que los ‘enemigos’ proverbiales del gobierno pasan a ser Mon Lafferte y el Grupo K-Pop? Entonces existirían buenas razones para reír a carcajadas de nuestro Gobierno por haber contratado una empresa que se caracteriza por el inapropiado empleo de la palabra ‘Big Data’ y para creer que un grupo Pop coreano ha sido la causa eficiente de las protestas, como lo ha festinado la propia prensa sudcoreana.
No obstante, tales afirmaciones palidecen frente a aquellas en donde el presidente asegura que los videos que dan cuenta de las sistemáticas violaciones a los derechos humanos por parte de las fuerzas de Carabineros fueron filmados fuera del país. ¿Así se hizo aquello? ¿Con actores alemanes vestidos a la usanza de Carabineros de Chile, con sus bombas lacrimógenas, con sus vehículos policiales, con sus armas e instrumental ‘persuasivo’? ¿Son mentiras las que formula Piñera o son, simplemente, un aspecto de los problemas mentales que tiene? Si es lo primero, no deja de ser interesante hacer una analogía con quien se conoce actualmente como el ‘rey de la mentira’ o de la ‘falsa noticia’ —el presidente Donald Trump—. Si es lo segundo, estamos en presencia de algo muy grave y que requiere del pronto pronunciamiento del Senado chileno.

DESPRECIO A LA CONDUCTA ÉTICA QUE DEBE OBSERVAR UN PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.
Un presidente no es cualquiera persona sino el espejo moral de una sociedad. Aunque la moral no guarde, necesariamente, relación alguna con la legalidad. Se puede cumplir la ley y ser absolutamente inmoral y se puede ser tremendamente moral y, al mismo tiempo, eximirse del cumplimiento de la ley. No es un dilema fácil: lo enfrentó el obispo Thomas de Canterbury y le costó la vida. Porque no toda ley es moral ni toda moral se refleja en la ley. Especialmente cuando se impone un régimen de economía social de mercado que nos introduce, como se decía en tiempos de la dictadura, en “el impersonal y frío mundo del dinero”.
Las palabras precedentes valen para examinar la conducta de quién es hoy nuestro presidente. Las irregularidades e inmoralidades cometidas por Piñera desde 1982 a la fecha nos dejan mudo. Son demasiadas, innumerables. Bástenos hacer aquí un breve paseo por parte de su vida, situaciones todas ampliamente conocidas por la ciudadanía.
Los escándalos de este señor con un extraña enfermedad que le hace incurrir en conductas no menos extrañas comenzaron a hacerse públicos cuando a principios de la década de los 80 se vio involucrado en una estafa realizada en contra de algunos accionistas del Banco de Talca, en un proceso donde el juez Luis Correa Bulo debió dictar una orden de arresto en su contra el día 28 de agosto de 1982. Piñera estuvo oculto 24 días y solamente salvó de la prisión por la ayuda que recibió de Mónica Madariaga, que se desempeñara durante algún período como ministra de Justicia en la dictadura de Augusto Pinochet, atendida su calidad de familiar suyo.
En 1992 volvió a hacer noticia cuando se hizo pública una grabación clandestina en donde tanto él como su amigo Pedro Pablo Díaz Herrera —vicepresidente de la empresa ‘The Coca Cola Company’ para Sudamérica, empresario, hermano de Eduardo Díaz Herrera, miembro de Patria y Libertad—, intentaron desprestigiar la honorabilidad de la candidata Evelyn Matthei en la época que ambos se disputaban la representación del pacto Unión por el Progreso.
 En 2007 volvió a hacer noticia, cuando pudo adquirir, por intermedio de la sociedad Santa Cecilia S.A., de su propiedad, y merced al uso de información privilegiada, un total de tres millones de acciones de LAN con lo cual se adueñó de dicha compañía. La Superintendencia de Valores y Seguros lo sancionó con una multa de, apenas, 363 millones de pesos.
En 2015, un nuevo escándalo del financista Sebastián Piñera lo vinculó a la investigación por el pago de facturas que efectuó Chilevisión por servicios que nunca prestó a Aguas Andinas, Pampa Calichera, SQM y Asesorías Illihue.
En agosto de 2016, se supo que, en 2010, la justicia argentina lo había imputado como responsable de una operación financiera ilícita en favor del diputado Jaime Manuel Vásquez, del Frente para la Victoria, cuando era socio de la empresa LAN en 2006. De acuerdo con la información aparecida en la prensa de la época, la aerolínea nacional (ya en manos privadas) había pagado al congresal una ‘coima’ de 1.150.000 dólares. Es importante recordar aquí que cuando Piñera acusa a otro país de intervención en sus asuntos internos es porque él ya incurrió anteriormente en esa conducta y supone que también otros pueden hacerlo.
Poco antes de presentarse como candidato a la presidencia en 2017, se tuvo conocimiento que, mientras ejerció su mandato anterior había usado información privilegiada para hacer algunas inversiones en Perú.
Y en su reciente viaje a China, no vaciló en llevar a sus hijos para que fuesen a relacionarse y a negociar con empresarios del país asiático.
En mayo de 2019, señor presidente del Senado, bajo la rúbrica de “Sebastián Piñera, bitcoin revolution ¿estafa o no? Informe Especial: la última inversión de Sebastián Piñera magnate de negocios en Chile asombra a los expertos y aterroriza a los grandes bancos”, el Postedon Wednesday, may 29, 2019, expresaba lo siguiente:

“[…] la figura del presidente de la República está interviniendo en operaciones financieras por medio del bitcoin, es decir el Estado chileno (en la persona de su jefe) está realizando actividades financieras que la constitución neoliberal le prohíbe al propio Estado chileno.
Si el Estado no puede poseer y administrar un sistema previsional, porque para eso hay empresas privadas. ¿por qué el jefe de ese Estado puede poner el prestigio de la nación en operaciones económicas, prohibidas para la institución? Es como si el médico director de un hospital público realizase abortos en su clínica privada, estando ello prohibido en lo público y en lo privado”.
 
Un presidente de la República, señor presidente del Senado, además, debe dar el ejemplo y pagar sus impuestos dentro de la nación que ha visto acrecentar su riqueza. Piñera no lo ha hecho.
Aunque no es una noticia reciente, es igualmente de público conocimiento que Piñera tiene parte de su dinero en paraísos fiscales que son lugares del mundo creados para que los financistas puedan depositar sus dineros y evadan los impuestos en sus respectivos países.
¿Es eso moralmente aceptable, señor presidente del Senado? Podemos estar de acuerdo en que no hay delito porque la ley no lo califica de tal. Pero sí podemos asegurar que es una inmoralidad que realiza el presidente de la República, porque la legislación chilena permite que existan inmoralidades que pueden ser legales e ilegalidades que pueden ser morales. Como muchas de las que se practican en este país.
Con todo, nos parece que, ante estos hechos, cobra, igualmente, vigencia, aquel viejo refrán romano según el cual ‘la mujer del César no sólo debe ser casta sino que debe parecerlo’, conducta que bien debería exigírsele a nuestro presidente.

EL USO DE LA MENTIRA COMO ARMA POLÍTICA
La falta de confianza en la dirigencia del país, señor presidente del Senado, pareciera ser una de las razones por las que hemos visto aparecer lo que se nombra, a menudo, como ‘explosión’ social de 18 de octubre. La falta de confianza en el espectro político del país, insistimos, ante el abuso reiterado de los cargos públicos.
Un presidente debe dar el ejemplo también en ese aspecto. Y decir la verdad, aunque, a menudo, resulte doloroso hacerlo.
Nuestro presidente no lo hace. Es más. Si antes acostumbraba a manipular la verdad, hoy recurre en forma directa a la mentira. No lo hace de manera diferente a lo que sucede con el presidente Donald Trump a quien, como ya lo señaláramos, la prensa —no nosotros— califica como el ’rey de la mentira’. Eso no ayuda en absoluto a mejorar el clima social. Por el contrario: lo enturbia, lo enrarece.
Mintió el presidente Piñera cuando aseguró que había recibido información fidedigna sobre la intervención extranjera en las protestas y que la había entregado a la Fiscalía Nacional. El fiscal Guerra debió salir a desmentirlo.
Mintió Piñera cuando expresó que tenía un informe con suficientes pruebas acerca de la intervención extranjera, en circunstancias que ‘alguien’ (tal vez él mismo) ordenó hacer un informe a la ANI quien entregó la confección del mismo a la empresa española ‘Alta Data Analytics”, e hizo mentir a todos sus ministros (Karla Rubilar, Gonzalo Blumel), al jefe de la PDI  y, últimamente, al jefe del partido Renovación Nacional, para fortalecer su mentira.
Mintió Piñera cuando dijo que los videos que daban cuenta de la violación de los derechos humanos por parte de los servicios policiales fueron hechos en Alemania.
¿Necesitamos indicar aquí, señor presidente del Senado, las otras mentiras de Sebastián Piñera Echeñique, ampliamente divulgadas por la prensa, para obtener que sea aceptado a tramitación este documento?

FALTA GRAVE A LAS OBLIGACIONES QUE LE IMPONE EL DESEMPEÑO DE SU CARGO
Sin embargo, la conducta más censurable que se le puede atribuir al presidente Piñera es la falta grave a las obligaciones que le impone el desempeño de su cargo. No es esta una obligación legal, pero sí lo es moral.
En efecto, es un hecho indesmentible que la Constitución pinochetista otorga importancia desmedida al cargo de presidente de la nación. El régimen que existe en Chile es un régimen presidencialista, al extremo que no pocos analistas han escrito sobre lo mismo llamándola ‘monarquía presidencial’. El presidente tiene facultades omnímodas en el ejercicio de su cargo; no ejercerlas implica falta grave a las obligaciones que le impone el desempeño de su cargo. Aunque la ley no lo sancione.
Desde el 18 de octubre pasado, momento en que se iniciaron las protestas, el país ha visto con asombro que no hay conducción política y que las diversas autoridades explican las sistemáticas y severas violaciones a los derechos humanos atribuyéndolas a la autonomía de los cuerpos policiales. Esta situación es grave. Se la conoce como ‘notable abandono de deberes’ y, si bien es cierto que está contemplada en nuestra Constitución solamente para hacer efectiva la responsabilidad de los magistrados y del Contralor General  de la República (art. 52, n° 2, letra C), no es menos cierto que, desde el punto de vista moral, ha de exigirse  —y con mayor razón—, una conducta ejemplar en ese sentido, al presidente de la nación, quien puede ser procesado por la Cámara de Diputados sólo por poner en peligro el honor del país (art. 52, N°2, letra a).

Señor presidente del Senado:
Escuchábamos una vez a un fiscal narrando esa costumbre tan celebrada de nuestros campesinos según la cual las personas son tontas hasta las 12 del día. Cuando se entrega este documento, el mediodía ya ha pasado. Ya no somos tontos, señor presidente del Senado, por lo que no podemos aceptar las explicaciones que atribuyen a la autonomía de los cuerpos policiales la total y entera responsabilidad de los actos atentatorios en contra de los derechos humanos en nuestro país cometidos a raíz de las protestas. Menos, aún, en una nación en donde la estructura vertical y jerárquica de la sociedad reproduce la que existe en los cuerpos armados —especialmente la que presenta el Ejército—, entregándole el mando de la sociedad al presidente de la República.

POR TANTO,
En mérito de lo expuesto, de los documentos que se acompañan, de las diligencias que se solicita practique esa Corporación, y en virtud de lo dispuesto en el art. 53, n°7, de la Constitución Política de Chile que reza, en la parte pertinente:

“Son atribuciones exclusivas del Senado:
7° Declarar la inhabilidad del Presidente de la República o del Presidente electo cuando un impedimento físico o mental lo inhabilite para el ejercicio de sus funciones; y declarar, asimismo, cuando el Presidente de la República haga dimisión de su cargo, si los motivos que la originan son o no fundados y, en consecuencia, admitirla o rechazarla. En ambos casos deberá oír previamente al Tribunal Constitucional”,

al Sr. presidente del Senado, respetuosamente, pedimos se sirva solicitar de esa corporación se declare inhábil para desempeñar su cargo al Sr. presidente de la República,  Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique por encontrarse impedido física y mentalmente para ejercer sus funciones de tal.
Rogamos al Sr. presidente del Senado se sirva acceder a lo solicitado.

PRIMER OTROSÍ:
Los medios de comunicación, Sr. presidente del Senado, son creadores de la opinión pública de acuerdo a numerosas disposiciones legales. Son, al mismo tiempo, creadores de cultura e ideología. Y testigos de lo que sucede en una nación. En ellos aparecen consignadas las denuncias que se indican en el presente escrito. Debería bastar esa circunstancia para citarlos como medio de prueba. Sin embargo, conocemos la espantosa burocracia que nos legara la dictadura pinochetista por lo que nos hemos permitido acompañar algunas de las informaciones que han aparecido en los medios de comunicación para confeccionar esta solicitud. Ellas son las siguientes:

1. Información: ‘La crisis ya pasó’.
2. Acusación de Carlos Larraín: ‘El segundo piso no funciona’.
3. Acusación de Germán Codina acerca de los errores del segundo piso.
4. Información: Mentiras del presidente
5. Información sobre actos inmorales e ilegales del presidente
6. Información: Eduardo Engel sobre dichos confusos del presidente
7. Artículo sobre elementos para un análisis
8. Artículo sobre la capacidad del presidente para gobernar
9. Información acerca del ‘falso dilema’
10. Dichos de Heraldo Muñoz sobre la capacidad de entender del presidente
11. Dichos de Huenchumilla sobre la necesidad que el presidente prolongue sus vacaciones
12. Información sobre las mentiras del presidente
13. Acusación del diputado Jackson sobre las mentiras del presidente
14. Entrevista a Piñera donde asegura que los videofilms fueron filmados fuera de Chile
15. Información sobre reacciones ante el negacionismo de Piñera sobre violación a los derechos humanos
16. Opinión del neurólogo Óscar Lazo sobre la salud mental del presidente
17. Los síntomas de La Tourette
18. El presidente en Cúcuta y sus temblores espasmódicos
19. Informe sobre la enfermedad Russell/Silver

Del mismo modo, rogamos al Sr. Presidente tener por acompañados en el carácter de medios de pruebas los
enlaces de INTERNET que entregamos a continuación, en donde aparecen documentos oficiales que involucran al presidente de la República en actos por entero reprochables, a algunos de los cuales ya nos referimos:

1. Allanamiento y declaracíon Cecilia Morel: https://bit.ly/37CZH5F
2. Declaración Cecilia Morel 2: 
https://bit.ly/2sCpNGM
3. Original doc CÍA 1: 
https://bit.ly/2tndKx0
4. Original CÍA 2: 
https://bit.ly/2ZHMHc1
5. Original CÍA 3: 
https://bit.ly/2FbiRTN
6. Transcripción CÍA 1: 
https://bit.ly/2QfzdRx
7. Transcripción CÍA 2: 
https://bit.ly/35fiAd1
8. Transcripción CÍA 3: 
https://bit.ly/36iw5Kl
9. Transcripción CÍA 2: 
https://bit.ly/2FePe4a
10. Expediente 1: 
https://bit.ly/35aXo84
11. Expediente 2: 
https://bit.ly/35eqCTx
12. Expediente 3: 
https://bit.ly/36f8slS
13. Expediente 4: 
https://bit.ly/359pfFK
14. Expediente 5: 
https://bit.ly/35hriro
Rogamos al Sr. presidente del Senado, tenerlos por acompañados en el carácter de medios de prueba.

SEGUNDO OTROSI:
Rogamos al Sr. Presidente del Senado, en primer lugar, se sirva solicitar el pronunciamiento de los jefes de los Departamentos de Psicología y Psiquiatría de las Universidades afiliadas al CRUCH acerca de la salud del sr. Presidente de la República como medida para mejor resolver y, a la vez, como medio probatorio. En segundo lugar, oficiar a los medios de comunicación orales, escritos y de imágenes para que entreguen el material en donde consta la extraña conducta del primer mandatario en los hechos que hemos descrito para que pueda dicho material servir como medio de prueba.
Rogamos al Sr. presidente del Senado se sirva así disponerlo.

TERCER OTROSI:
Dado que la tramitación de esta solicitud no se realiza ante los Tribunales de Justicia sino ante una Corporación de la República, rogamos se sirva tener presente el Sr. Presidente del Senado, que actuaremos sin el patrocinio de abogado sino en forma personal, por el simple hecho de representar legalmente a la organización que indicamos en la presentación.
Rogamos al Sr. presidente del Senado tenerlo presente.



Por el COMITÉ DE DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS Y SINDICALES CODEHS



Fernando Espinoza Moreno
Presidente

Nilson Zepeda Donoso                                                                                   Carlos Ruiz Rodríguez
           Director                                                                                                             Director                                                                                                         


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